Ayer
Hillary Clinton dio una señal aparentemente positiva. Aplastó a
Barack Obama en el estado de West Virginia con un 67% de las preferencias (
resultados).
Sin embargo en este estado estaban sólo 28 delegados en juego y representa un número menor que si bien reduce un poco las diferencias mantiene una brecha practicamente insuperable, sobre todo si la carta que le quedaba a la ex primera dama (los superdelegados) de a poco
han comenzado a pasarse al bando del senador por Illinois.
De esta manera, van quedando tres primarias significativas en cuanto a número de delegados en Mientras en Kentucky (60) y Oregon (65) el próximo martes y en Puerto Rico (63) el primero de junio.
Si bien la carrera de Obama para ser designado el candidato demócrata es un hecho casi irrebatible por el común de los analistas, el ojo está puesto sobre los efectos que está provocando la no bajada de la Clinton a estas alturas.
Una profunda fractura dentro de propio partido demócrata, que podría costarle caro a la hora de batirse contra John McCain. Es de esperar que esta victoria no le haga creer a Hillary que aun tiene alguna chance, porque es cosa de sumar, sólo sumar.
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