Tres noticias que tienen algo en común.
Mauricio Hofmann cierra su blog debido a que algunos medios estaban haciendo notas respecto a sus dichos en él. Para evitarse problemas (aunque no haya ventilado ninguna polémica), decide cerrar el blog.
En New Jersey un colegio privado obliga a sus alumnos a cerrar sus blogs y borrar sus post (aunque hayan sido escritos desde sus casas) para “proteger a los estudiantes del acoso que podrían sufrir, de parte de terceros, vía Internet”, amparándose en el reglamento de la institución en que debe observarse un uso “responsable” de la red. Seguridad, no censura, dijeron directivos del colegio
Víctor Hugo Durán, hasta hace poco periodista del área de crónicas de El Mercurio, es despedido del decano por un impasse a propósito de un reportaje que hace sobre las supuestas prácticas de Chiletabacos (sabidas, por lo demás) para incentivar el consumo de cigarrillos en menores de edad.
El periodista denunció en su blog al diario de haber censurado un artículo suyo sobre las prácticas de la tabacalera, después que “altos” representantes del medio almorzaran con ejecutivos de Chiletabacos.
Según el diario, el periodista habría sido despedido por referirse a El Mercurio en términos injuriosos, y por haber publicado en su blog, una carta privada dirigida por el Gerente de Asuntos Públicos de Chiletabacos al jefe directo del periodista, reclamando por la forma en la cual éste habría utilizado las declaraciones que el ejecutivo de la tabacalera le habría dado en una conversación telefónica.
Independiente de que se configuren o no las conductas indebidas de carácter grave, que requiere la ley para proceder al despido justificado de un trabajador, el tema es que nuevamente los blogs aparecen implicados en situaciones que tienen que ver con la libertad de expresión.
Se dice que incluso habría empresas, entre ellas, El Mercurio mismo, que estarían por regular las bitácoras personales de sus empleados. Todo un tema.
Evidentemente que si utilizas tu blog para injuriar a tu empleador, él tiene todo el derecho a ponerte de patitas en la calle, ya que el blog es un medio como cualquier otro y en su carácter de público (no es como el diario de vida que alguien podría tener bajo su colchón), está a la vista de cualquier persona. Pero en este caso, la discusión se da sobre las implicancias que puede tener el poseer una bitácora personal, cuando las opiniones personales del blogger, no representan necesariamente la línea editorial del medio para el cual trabaja, o los principios y misión de la empresa que lo emplea.
¿Dónde está el límite? si trabajamos para alguien, ¿estamos condenados a mantener silencio sobre aquellas cosas que podrían traernos problemas laborales? ¿Se puede reaccionar frente a lo que se considera injusto en un blog para luego ser despedido por ese mismo comentario? Difícil, muy difícil.
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