Sam (
Sean Penn), para ocupar un buen eufemismo, es un tipo poco convencional. Incomprendido (ése también es bueno). Desquiciado, inseguro y un verdadero looser, dirán alguien se de dice más asertivo, pero no por lo mismo, acertado.
The Assassination of Richard Nixon (2004) está basada en hechos reales y es una película terrible. No porque sea mala. Al contrario, es una de las buenas películas que he visto ultimamente, pero es terrible porque no puedo dejar de conectarme con algo que pasó hace buena cantidad de años (de hecho yo no era parte de la planificación familiar), y con un tipo que con todas sus rarezas no me parece para nada loco, aunque terminemos conviniendo de que, al final, al amigo se le soltaron los tornillos un poco más de la cuenta.
No puedo dejar de recordar la conversación que tenía el sábado en la noche con un amigo, quien me contaba que le pagaban en la U donde hace clases, $2.500.- la hora (sigo con el
tema ese, pero es que no puedo dejar de agarrarme la cabeza), y estaba feliz, y yo le decía que él es culpable de que paguen semejante miseria. Y comienzo a leer el diario y leer cómo se hacen las cosas en este país y muevo la cabeza, y pienso que
Villegas, aunque parezca un
Nietzsche con resaca, tiene tanta razón y que si no fuera porque es un tipo que debe practicar bastante la prudencia y la templanza, no sería raro que terminara como Sam.
El trabajo, la familia, los amigos, las ideas y, sobre todo, la conciencia se ponen a prueba cuando se trata de ser consecuente. Venderse, arrendarse, negociar. ¿Hasta dónde estás dispuesto a que te pongan el pie encima con tal de pasar por esta vida sin sobresaltos? Al final ¿se trata sólo de eso?. Yo creo que no.
Info en
IMDB. Está en
DVD.
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