Alguna vez dije que antes de morir debía asistir a dos espectáculos en vivo. Sólo así podría dejar este mundo tranquilo y sin atormentar a los que aquí quedan con mis tareas incompletas.
Ver a
The Cure en vivo es un sueño, y posiblemente quede en eso, ya que por el momento sólo tengo la
alternativa de viajar a Londres antes del 1º de abril al Royal Albert Hall y sería todo por el verano europeo. Si ellos no mueren antes, espero algún día verlos tocar en vivo Just Like Heaven. Por mientras me conformaré con el
DVD que me regaló mi primo para el cumpleaños.
El otro show se hará realidad pasado mañana frente a mis ojos. No recuerdo cuándo fue la primera vez que vi algo del
Cirque du Soleil. Debe haber sido a mediados de los '90, cuando la influencia del cable me permitó en algún zapping fortuito, dar con un espectáculo circense que dejaba de lado todo aquello que no me gusta del circo y principalmente los animales. Ver esos trajes, ese mutismo lleno de sonidos, esa música mágica y las expresiones de sus caras pintadas me hacían creer que no podía haber nada mejor. De a poco me fui interiorizando acerca de la compañía, su historia, los espectáculos itinerantes que tienen alrededor del mundo y con esa misma ingenuidad les escribí para saber cuándo vendrían a Chile. "Chile is way beyond our possibilities" o algo así decía la respuesta. Lo recuerdo bien. Eran las consecuencias de estar en el culo del mundo, pero mucha agua ha pasado bajo el puente y mañana parto a cumplir uno de mis sueños. Presenciar en vivo y en directo Saltimbanco, del Cirque du Soleil.
A pesar de que lo he visto en la televisión, no he querido ver las notas de prensa que hacen en los noticiarios, quiero que todo sea una sorpresa. Mañana, mañana acabará el misterio y sabré si realmente moriré más tranquilo, o algo más tranquilo, hasta que
Robert Smith no se le ocurra venir por estos lares.