REVELACIONES CHÚCARAS

Salgo del pasaje Philips y me encuentro con uno de los circos a tajo abierto más grande del mundo. Plaza de Armas. El otoño no tiene intenciones de hacerse presente en Santiago y hago hora (varias, en realidad) bajo la sombra de los árboles que plantados están, justo en el kilómetro cero de Chile.


Tardé varios minutos en sacar la cámara. Es que la plaza intimida. Hay demasiada gente no haciendo nada, ergo uno comienza a pensar mal. Se nota que no eres de ahí. No tienes el tiempo que tienen ellos. No tienes las preocupaciones o despreocupaciones de los habitantes de la plaza.


En la esquina de Estado con Merced un mimo cuenta ya con varias decenas de espectadores de risa fácil. En la otra esquina, un ramillete de rubiecitas argentinas, regalan cajitas de yerba mate y te invitan muy sueltas de cuerpo a pasar un fin de semana en Misiones, mientras un grupo de plazinos hacen esfuerzos por adquirir más de una cajita a punta de empujones.


La palomera llega con una bolsa de pan molido, mientras el predicador impone sus manos sobre las sudorosas frentes de gente muy desocupada que a esas horas de la tarde pretende encontrar la salvación en pleno centro. Los ajedrecistas juegan imperterritos como si se les fuera la vida en ellos, mientras un gordo, con más de un problema mental, se sambulle en la pileta. Dice que con eso come todo el día y que se acaba de comprar máscara y snorkel nuevo.


Los abuelos sin nietos esperan que pase la tarde. Los nietos son abuelos corretean a las palomas. La palomera se enoja y el gordo bañista se ríe a carcajadas. El mimo se enamora de una de las modelitos trasandinas, mientras el caballero de humita le tira el alfil al que grita con micrófono en mano ¡sálvate pecador!.


Unas niñas en primer día de clases sacan sus cámaras y disparan a todo lo que se mueve. Al punkie no le gusta tanto la idea y les saca la lengua. Tarea hecha, dicen ellas, mientras el señor que se lustraba sus zapatos, dobla el diario para no perderse nada, mira que el gordo va saliendo del agua.


Se me acaba el rollo, se me pasa la hora, en el centro el tiempo pasa más rápido. Guardo la cámara, se apaga la luz, estoy en Viña de vuelta, adiós y salud!