La idea no es ser portada de LUN ni nada por el estilo. Sólo se trata de hacer honor a la verdad, digo, como para partir bien el año.
Felipe me dijo (desde Lille), esta mañana que revisara el blog de José Miguel Villouta. Me encontré con este post y cito... “La gente de la revista tambor una vez escribió que básicamente yo era lo peor. Ciertamente no tan inteligente y ciertamente no tan respetables como ellos.” Esto no se debe a que hayamos hecho alguna vez una nota sobre él en Tambor. Es más... muchas veces pensamos en pedirle que escribiera una columna, pero en fin. Villouta se refiere a este otro post escrito por el suscrito en el blog de tambor en junio de 2005 (sí, junio de 2005).
El tema de hacerle honor a la verdad es que nadie ha dicho que “básicamente” él es lo peor. Le hice una crítica a su estilo de conducción del programa que tiene con la Carola Pulido en radio Tiempo, y fui yo quien le pidió a la Carola que le hiciera llegar la columna a él, porque me interesaba que la leyera. El texto se centraba sobre la obsesión de Villouta por encontrar y determinar una identidad gay, donde creo que equivoca.
Y cito, nuevamente, pero esta vez, mis palabras: “
Que los gays tienen una identidad, obvio. Así como todos la tenemos como seres humanos individuales. Las colectivas ciertamente existen, e independiente de que no me convence aquello de las identidades colectivas... ya que constantemente terminamos en clasificaciones tipo Revista del Sábado, que los Metro -y ahora los techno-sexuales, el tema con los gays y su supuesta identidad, es que éstas se construyen, pero lo que reúne a los homosexuales es su condición de tal, que no fue construida, sino que, sabemos, viene de fábrica. Supongo que aquello ya está fuera de discusión. ¿Qué más identifica a un gay con otro, además de su condición de homosexual? Nada. O lo mismo que podría identificar a un hetero con un homo, con un bi, son un a, con un cura, con un ingeniero y con el Presidente de la República. Las identidades nacen dialécticamente de la necesidad de formación de grupos y del deseo de diferenciación. Sabemos que los gays no han optado por la preferencia hacia personas de su mismo sexo. Creo que nadie en su sano juicio podría querer someterse voluntariamente al juicio público de la manera que muchos gays deben enfrentarse a diario. Los gays no construyen su identidad de tales a lo largo de sus vidas, independiente de que les cuesta, en algunos casos, aceptarla. Su identidad de homosexuales viene determinada genéticamente.
Por esto, la idea de identidad gay... no sé, me suena a discusión bizantina y esa porfía de uniformar e identificar a los suyos, le queda mal a Villouta, me suena a flagrante contradicción. Ese integrismo y manía por determinar y conceptualizar, en este caso, una “identidad gay”, me suena a discurso de Benedicto... Y Villouta con sotana, no lo veo. No hay caso.”
En fin, se lo tomó a mal, y peor aun, lo recuerda aunque hayan pasado meses y hartos meses. La idea no era ofender, menos pensar que él es lo peor, pero cada uno lo toma como quiere o puede.
“Dale Villouta, la puedes hacer mejor... Hay muchos ejemplos, no nos quedemos en un “disculpe lo poco”. Gente que hable, hay mucha. Estamos faltos de personas que digan algo. En buena, Villouta, pero también, en serio.”
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