IDEAS SIN CORCHETES NI HOTMELT
No da lo mismo. No puede dar lo mismo. Cuando converso con algunos amigos que me dicen que no están dispuestos a darle su voto a un candidato o candidata con la que no se identifican, o que los programas son tan similares que se confunden, o que no hay una verdadera voluntad de cambiar las cosas y que ambos son más de lo mismo, no dejo de convencerme cada vez más que aquellas son apreciaciones que tienen algo de verdad, pero que sólo atienden a lo superficial.
Las diferencias entre una y otro son más evidentes de lo que algunos creen. Ciertamente la Bachelet no tiene la prestancia de Lagos ni la labia de Piñera, pero como bien la escuché decir en el debate de esta noche, la verborrea y el emprendimiento, son características secundarias para un Presidente. Prefiero antes la honestidad, la firmeza, pero también la serenidad, la tolerancia y la prudencia, antes que la precipitación y las invocaciones místicas. No da lo mismo. No puede dar lo mismo.
En estas elecciones no sólo elegimos un Presidente, sino una forma de hacer gobierno, una forma de ver el país, una forma de encarar la vida. La concertación representa un bloque que si bien ha cometido muchos errores y otros podrán sentirse desilusionados porque no se han resueltos algunos de los grandes problemas que aun afectan al país, es una coalición que ha hecho de este terruño una nación gobernable y que avanza, donde aun hay tareas pendientes, pero un país que no se ha visto sobrepasado por sus falencias, aunque otros quieran hacernos pensar que vivimos en tierra de nadie donde hay que salvarse como se pueda.
No estoy dispuesto a darle mi voto a la derecha. Eso me viene del estómago. Tiene que ver con los principios y valores que rigen mi vida. No compro aquello de que se trata de una derecha renovada por mucho que su candidato se diga humanista y cristiano, que a estas alturas puede significar cualquier cosa, y mucho más si quien dice ser iluminado por dicho pensamiento obra de otra manera (sino, pregúntenle a la Matthei, a los trabajadores de Lan, y a los mismos de la UDI que hasta hace poco hablaban barbaridades de Piñera). No compro las metáforas infantiles con que el candidato de la derecha habla, como si todos fuéramos una manga de niños que nos alegramos con frases como que la luz entre al gobierno, que una escoba nueva barre mejor que la vieja, que la mano acogedora y las piernas fuertes. No compro a un tipo que no trepidó en hacerse de un negocio de manera artera bajo las faldas de su hermano ministro por esos tiempos. Que miente en su currículo para hacernos creer que es un superdotado que se gradúa con honores. No compro aquello de que la familia es una empresa, la familia no busca el lucro, busca el bienestar de sus miembros. Alguien nos está tomando el pelo. No da lo mismo. No puede dar lo mismo.
Bachelet como persona no me identifica de la manera que lo hacía Lagos. Ella representa una forma distinta de hacer las cosas. Los programas de gobierno si tienen importantes diferencias. Se sustentan el principios completamente distintos. Hay una tradición que identifica a unos y otros y que hace que hoy podamos decir, este es de un lado y este de otro, y eso importa, y vaya que importa. Ciertamente no vemos en estos candidatos el ímpetu con que Hirsch (quizás con más ganas que medidas viables y efectivas) quería cambiar las cosas y que me hizo más de alguna vez pensar en que se puede hacer. Quizás los cambios vendrán de otra forma, más pausados, pero lo que al menos yo no puedo permitirme es hacerme cómplice de un retroceso en nuestro avance democratizador, pensando que da lo mismo. Ambas coaliciones defienden intereses distintos y eso lo demuestran sus historias por mucho que alguno quiera vestirse con ropas mesiánicas recurriendo al facilismo de la alternancia en el poder. La alternancia no es un derecho gratuito, es algo que se gana. Tengo confianza en que tendré un buen regalo de cumpleaños, que podré despertarme ese lunes en que cumpla 27 sin la sensación de que vivo en un país que no conozco. Creo que no estamos para payasadas, por lo tanto, no estamos para payasos. ¿Da lo mismo?. No, no puede dar lo mismo.