REVELACIONES CHÚCARAS
IDEAS SIN CORCHETES NI HOTMELT
Ni Francisco Mouat ni Gonzalo Argandoña me pescaron. Mis intenciones de convertirme en columnista de viajes se vieron truncados por los editores del tema de los dos principales medios de comunicación escritos de nuestro país. Sería todo. Es por eso que publico mi trabajo aquí, donde, si bien no me haré millonario ni podré viajar a costas de un diario, podré recibir un feedback que ni Meneses ni Fuguet (o ni Martínez!) podrán tener.
Les dejo aquí la primera parte (ya les explico) de mi experiencia en la Citá Eterna, de lo que hice y no hice en Roma durante mis visitas en julio de 2001 y enero de 2002.
La gran contra de viajar solo es la constante frustración que sentirás si necesitas comentarle a alguien lo que te provoca una esquina, monumento o ese rincón en el que terminaste metiéndote en busca de una cerveza o un baño, luego de haber vagado sin un destino claro.
Y se entiende. Roma no puede conocerse sino emprendiendo una larga caminata por la mañana, que tarde o temprano te llevará a algún “imperdible” de la Città Eterna. Sin embargo, en Roma no necesitarás compañía, ya que si la suerte te es fiel, encontrarás a quien comentarle lo que viste o sentiste a cada paso.
Los romanos tienen su carácter, por lo que podrás encontrarlos dispuestos a conversar en un bar, en una librería, en algunos de sus buses o donde menos te lo imagines. Bastará una simple pregunta y si el cuestionado tomó desayuno o durmió su siesta, encontrarás en él alguien tan interesado en escuchar tus aventuras, como en contarte las propias. Pero vaya uno a toparse con quien no tenga tiempo per chiacchierare, lo último que obtendrás es una conversación. En Roma al extranjero no se le ama, tampoco se le odia, simplemente se le ignora, como si no hubiera pronunciado palabra alguna.
Sea por tren o avión, el lugar de arribo será Roma Termini y de ahí en adelante podrás tomar el tour que impone toda Lonely Planet lo que no es una mala opción si es primera vez en suelo romano. Mal que mal, nadie te perdonaría el no haber visitado el Coliseo, la Capilla Sixtina, la Plaza España o la Navona. Cada pocos metros te encontrarás algunas de aquellas ruinas que no terminan de aparecer. De esas en que una simple piedra puede llegar a convertirse en una villa romana con piscina que interrumpirá una avenida u obligará a sacar algún kiosko. Todo justo en el centro de la ciudad.
Si estás dispuesto a alejarte de la señorita que avanza adelante con un paraguas rojo seguida de cientos de chinos y si te quedan tiempo y fuerzas, podrías optar por hacer un recorrido más alternativo. Tratar, aunque sea por un par de días, de sentirte un romano más.
Esta es la primera de las cuatro partes que tiene el artículo. Ahora viene lo mi experimento. Como a futuro pretendo dedicarme a viajar por el mundo contándoles de mis peripecias arraundewor con foto y todo, y viviendo de las donaciones que a través de PayPal harán uds., la idea es que hagan click en el AD BY GOOGLE que hay en la columna de la derecha abajo del contador de visitas. Cuando hayan 30 clicks publicaré la segunda parte (ojo que estos sabiondos de Google se dan cuenta cuando uno hace más de un click, así que pueden hacer un click por día desde el mismo computador) ¿Les parece?. En este mundo virual donde todo viene y va gratis, sé que es una apuesta arriesgada que me podrá hacer acreedor de muchos insultos, pero prefiero correr el riesgo. A Uds. no les cuesta nada, cero. A mi puede que me regalen unas vacaciones. Salud!
Actualización. Sólo faltan 10 clicks para la segunda parte!.
Les dejo aquí la primera parte (ya les explico) de mi experiencia en la Citá Eterna, de lo que hice y no hice en Roma durante mis visitas en julio de 2001 y enero de 2002.
La gran contra de viajar solo es la constante frustración que sentirás si necesitas comentarle a alguien lo que te provoca una esquina, monumento o ese rincón en el que terminaste metiéndote en busca de una cerveza o un baño, luego de haber vagado sin un destino claro.
Y se entiende. Roma no puede conocerse sino emprendiendo una larga caminata por la mañana, que tarde o temprano te llevará a algún “imperdible” de la Città Eterna. Sin embargo, en Roma no necesitarás compañía, ya que si la suerte te es fiel, encontrarás a quien comentarle lo que viste o sentiste a cada paso.
Los romanos tienen su carácter, por lo que podrás encontrarlos dispuestos a conversar en un bar, en una librería, en algunos de sus buses o donde menos te lo imagines. Bastará una simple pregunta y si el cuestionado tomó desayuno o durmió su siesta, encontrarás en él alguien tan interesado en escuchar tus aventuras, como en contarte las propias. Pero vaya uno a toparse con quien no tenga tiempo per chiacchierare, lo último que obtendrás es una conversación. En Roma al extranjero no se le ama, tampoco se le odia, simplemente se le ignora, como si no hubiera pronunciado palabra alguna.
Sea por tren o avión, el lugar de arribo será Roma Termini y de ahí en adelante podrás tomar el tour que impone toda Lonely Planet lo que no es una mala opción si es primera vez en suelo romano. Mal que mal, nadie te perdonaría el no haber visitado el Coliseo, la Capilla Sixtina, la Plaza España o la Navona. Cada pocos metros te encontrarás algunas de aquellas ruinas que no terminan de aparecer. De esas en que una simple piedra puede llegar a convertirse en una villa romana con piscina que interrumpirá una avenida u obligará a sacar algún kiosko. Todo justo en el centro de la ciudad.
Si estás dispuesto a alejarte de la señorita que avanza adelante con un paraguas rojo seguida de cientos de chinos y si te quedan tiempo y fuerzas, podrías optar por hacer un recorrido más alternativo. Tratar, aunque sea por un par de días, de sentirte un romano más.
Esta es la primera de las cuatro partes que tiene el artículo. Ahora viene lo mi experimento. Como a futuro pretendo dedicarme a viajar por el mundo contándoles de mis peripecias arraundewor con foto y todo, y viviendo de las donaciones que a través de PayPal harán uds., la idea es que hagan click en el AD BY GOOGLE que hay en la columna de la derecha abajo del contador de visitas. Cuando hayan 30 clicks publicaré la segunda parte (ojo que estos sabiondos de Google se dan cuenta cuando uno hace más de un click, así que pueden hacer un click por día desde el mismo computador) ¿Les parece?. En este mundo virual donde todo viene y va gratis, sé que es una apuesta arriesgada que me podrá hacer acreedor de muchos insultos, pero prefiero correr el riesgo. A Uds. no les cuesta nada, cero. A mi puede que me regalen unas vacaciones. Salud!
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