El viernes pasado
manifesté mi opinión sobre el asunto del ciclista
Almonacid y por el cual el periodismo deportivo ha salido a señalar con el dedo y juzgar al deportista. No todos, afortunadamente.
Ayer martes, el eximio medallista olímpico, Felipe Bianchi, quien seguramente puede dar cátedra de espíritu deportivo, se mandó berrinche de proporciones a la hora de satanizar al ciclista puertomontino
en su columna. Cuesta citar algo de la elocuente columna de Bianchi, porque como si tuviera algún problema personal con Almonacid, descargó toda su ira contra el deportista, dejándolo casi como un paria al que habría que recibir a huevazo limpio en el aeropuerto y condenarlo al ostracismo. De paso, no escatima en calificativos para la postura que ha visto en lo del ciclista -al menos- algo no tan grave como él lo pinta. Pero vamos, Bianchi sabe de deportes, cierto? Pues no basta, si que sabe.
Hoy,
apunta Jorge, el colega de profesión y lugar de trabajo de Bianchi, Andrés Solervicens
se despacha una especie de contestación a la columnita del periodista de los lentes rectangulares. Y prefiere -muy atinadamente- privilegiar el análisis por sobre la verborrea estomacal de la que sufría ayer Bianchi. Tampoco podría citar un pedazo, porque la columna hay que leerla entera.
Insisto, acá hay un grupete de chovinistas que han sentido agraviado alguna suerte de espíritu de no sé qué cosa. Yo sigo creyendo que más bien se sintieron vacilados por lo que creían era la gran victoria que esperaban poder comentar y despachar en directo (los que estaban allá) y que terminó siendo algo más anecdótico que otra cosa. No sería malo un almuerzo con Bianchi y Solervicens, a ver quién termina pagando la cuenta.
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