La soberbia de la ministra
Yasna Provoste está siendo su peor consejera por estos días. Ad portas de ser sometida a una acusación constitucional, no encontró nada mejor que dar la pena, hacerse la víctima y decir que la persiguen políticamente debido a su condición de mujer y su origen humilde (en realidad dijo de clase media, como si ello no fuera la regla en este país). Simplemente impresentable defensa que no hace sino confirmar que la profesora no está a la altura del cargo que ostenta. (
emol)
Puede que sea cierto que la acusación no tenga un sustento jurídico sólido y que las causales para acusar y destituir a un Ministro no se configuren fehacientemente (art.48 n°2-b CPR), sin embargo como dijo Villegas el domingo, a veces hay que forzar ciertos límites cuando la autoridad se olvida o testarudamente no quiere asumir el costo político de sus actos. Sin duda el paso es riesgoso. Nada impide que la receta se transforme en un especie de linchamiento político de las autoridades que no cuentan con el beneplácito de la oposición, que siendo mayoría podría dar curso y lograr destituciones -como ya lo hicieron hace algunas décadas-. Prefiero pensar que los tiempos ya no están para eso y que el caradurismo no da para tanto.
Provoste gozaba de buena salud tras lograr acuerdos inéditos con la derecha en materia de educación, pero aquello no daba luces acerca de la verdadera calificación que tenía en materia educacional. Su título de profesora dudo que sea más que un diploma, el que tiene mucho menos peso que su rol como operadora política desde sus inicios como dirigenta estudiantil en la UPLA hasta su ingreso a las ligas mayores de la política en los gobiernos de Frei y Lagos. Provoste conoce la máquina política y le gusta. Sabe de sus códigos y los usa aprovechando su retórica a través de la cual habla mucho pero no dice nada.
El Gobierno de la Presidente Bachelet se puso solito entre la espada y la pared. Pedirle la renuncia a la Ministra para evitar el bochorno en el Congreso podría tener consecuencias nefastas para la propia Administración. Lo que aquí hace falta es una importante cuota de humildad de la Ministra y renunciar por cuenta propia. Incluso, para ella la decisión tendría réditos políticos bastante importantes, dado que de fructiferar la acusación sus pretensiones senatoriales tendrán que esperar al menos cinco años.
Un escenario complejo para Provoste y el Gobierno, que fue forzado a punta de un estilo que molesta, sobre todo cuando se cree que a punta de
asertivismos se puede hacer política cuando en realidad se está siendo impreciso o derechamente mentiroso. - foto_
arantxaEtiquetas: nacional, política