Todos sabemos que son muchos los que se levantan de mala gana. Que tienen que ir a apretjuarse a la micro o el metro, a pagar las ganas en taxi, a echarle esa bencina que sube y sube al auto al que hay que hacerle ésto y este otro arreglito, que la pega y el jefe mala onda, los clientes mezquinos y demandadores, poco desayuno, menos almuerzo y a la tarde lo mismo, en fin. La gente a fin de año anda como el día (acá): gris.
Por lo mismo, me extraña que nuestra prensa escrita no aproveche el día de hoy para alegrarle la vida un poco a la gente con algún titular del Día de los Inocentes. No nada, todos con las mismas noticias de siempre, que Zalvidar y su telenovela; que el asesinato de la ejecutiva de Penta o la líder opositora en Pakistan, que los aranceles, el cobre, las encuestas y una pobre niñita pelolais a la que se le intentaron colar como 500 cabros a su fiesta, todo por promocionarla a punta de fotolog.
Nos hace falta reírnos, pero urgente. Al final, año nuevo termina en un ritual catárquico en que la verdadera risa es reemplazada por los efectos consabidos del exceso de alcohol. Ninguna gracia. Mientras un banco repite majaderamente que "celebremos", lo que sea, es ese mismo banco el que no da ninguna razón para festejar, salvo el endeudarse por los siglos de los siglos. Ellos sí que tienen razón para celebrar.
Pero lo cierto es que hay tantas cosas para alegrarse, que normalmente están más cerca de lo que uno cree, pero nos llevan convenciendo hace años que lo que nos hace feliz está más allá y para conseguirlo, no queda otra que pedir un crédito. Terminando el año hay que buscar las verdaderas razones para alegrarse, en la gente, en los que nos acompañan aun. Y vaya que eso importa. En fin.
Hubiera agradecido un buen titular, algo para reirse, como solía ser hace un tiempo. Sácate el gris y busca algo para reirte, por favor.
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