Me bajo en metro Moneda y a medida que voy subiendo a la superficie comienzo a escuchar pitos y cornetas (como esas de estadio). Salgo y veo que el bandejón central de la Alameda está ocupada por cientos de señoras y señoritas de delantan azul. Entonan al unísino un "ya van a ver, cuando las tías se tomen el poder". Son las educadoras de la Junji que reclaman un alza en sus sueldos.
Avanzo por Teatinos y todos los edificios públicos lucen pancartas dando cuenta del paro que los empleados fiscales, a través de cual pretenden lograr un alza de un 12%. Hoy no funciona ningún servicio público en Chile, mañana tampoco.
No hace mucho los trabajadores de Codelco reclamaban mejoras en sus condiciones de trabajo, los funcionarios de la salud, los profesores, la CUT y suma y sigue. De qué se trata todo esto. ¿Es que acaso la gente se subió por el chorro y quiere trabajar menos y ganar más?
No será que esto es simplemente la consecuencia de un modelo donde unos pocos ganan muchos y la gran mayoría anda a tres y al cuatro. El Gobierno recibe remesas millonarias producto del alto precio del cobre. O lo despilfarra en tonteras o lo usa para darle una manito de gato a las chambonadas que se mandan. Los supermercados ganan millones y las cajeras y reponedores apenas alcanzan el sueldo mínimo. Las isapres se llenan los bolsillos de plata y los pensionados no tienen muy claro si recibirán algo cuando ya no puedan trabajar. Los bancos celebran por sus tremendas utilidades, mientras instigan el consumo que tiene a sus clientes encalillados y a punto de perder la casa que hipotecaron.
Acá la torta se está repartiendo demasiado mal y la gente se aburrió de no agarrar nada mientras a los de arriba les faltan manos para tomar lo suyo. Estamos haciendo las cosas mal y lo peor, es que no nos importa. Pero todo se termina pagando en esta vida, veremos a qué costo lo hace Chile, pero la cosa está que revienta. foto_
jp catepillanEtiquetas: nacional