REVELACIONES CHÚCARAS

Las cosas se han calmado en el norte, pero la semana pasada, me reclamaban que no había comentado nada sobre el terremoto del norte. Yo respondí que me generaba sentimientos encontrados. Por una parte la impotencia frente al hecho y la rabia frente a la desorganización en la entrega de ayuda, pero por otra parte una vergüenza irascible al ver el aprovechamiento mediático que han hecho los medios, respecto al tema.

Sólo un botón de muestra:

Juan José Lavín hacía uno de sus sentidos despachos en directo para TVN desde una Tocopilla en el suelo. En su lacrimógeno recorrido por las calles, se encuentra con un caballero que frente al frontis de su casa destruida, parmenece resignado frente al destastre. Toda una postal. El periodista se acerca y lo interroga con el cliché favorito de todo aquel que se digne llamar notero. El "qué sintió" no se hace esperar. El señor, extrañamente sereno y saltándose todo protocolo, responde explicando cómo la población donde él vive se ha organizado en temas de abastecimiento, seguridad, etc. Lavín piensa que su nota está declinando en rating, el caballero no muestra signos de encontrarse abatido ni afectado por esta catátrofe nacional, por lo que decide interrumpirlo, despedirlo con un "gracias" y salir en la búsqueda de alguna señora que entre pucheros le relate el drama que viven por lo tener agua para bañarse hace tres días.

Sucedido el terremoto, los primeros días sólo supimos de desorganización, caos, gente que roba a los distribuidores de ayuda, notas que hablaban de los terremotos pasados, lo golpeado que había sido el norte en los últimos años, del cómo se mueven las placas, de que si se trata o no del Gran Terremoto que esperan los canales y, la novedad del año, los videos que subió la gente a la cuenta de TVN en youtube. Videos ininteligibles que entre píxeles y movimiento intentaban mostrar cosas que se caen y gente que garabateaba porque se les movía el piso. Extrañé a esos periodistas duchos inquiriendo a Gobernadores, Intendentes y Alcaldes sobre qué cosa estaba fallando, quién diseñó el plan de contingencia y por qué no estaba dando resultados. Extrañé a los noteros haciendo catastros, dando cuenta de personas desaparecidas y mostrando al resto cómo organizarse y sobrellevar las consecuencias del "evento".

Pareciera mucho más interesante (fácil) repetir una y otra vez las imágenes de un par de señoras que entraban en pánico frente a un hospital o las nubes de tierra que se levantaban en los cerros por los derrumbes. Una pobreza editorial que francamente dio vergüenza y me hace preguntarme quíen diablos marca pautas y define líneas editoriales en los medios. Quién es el que decide qué cosa vale la pena informar y de qué modo. Todo pareció entregado a un "dejar hacer" que se tradujo en una improvisación vergonzosa, con periodistas que cruzaban los dedos para que cuando estuvieran despachando se produjera una réplica que, ojalá, botara la cámara.

El tema no es nuevo, ya lo he propuesto varias veces. Y no puedo dejar de pensar en aquella frase que a propósito de la fotografía se mandó Barthes. Frase que recuerdo todos los días y que aplicado a lo que vemos en tv hoy diría algo como que en un principio, el periodismo informaba sobre lo notable, pero de pronto y por causas que conocemos, comenzó a decretar notable lo que él mismo decidía informar, convirtiendo el "cualquier cosa" en el colmo sofisticado del valor. Cedo la palabra. - foto_red medios independientes

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