Lo vaticinamos hace exactamente un mes
aquí mismo. Luego de los paupérrimos resultados de las encuestas y de la visita que en sueños le debe haber realizado Jaime Guzmán durante el fin de semana largo, el hombre de sempiterno ceño fruncido,
Pablo Longueira, decidió bajar su pre-candidatura presidencial de cara a los comicios de 2009.
Lo que comenzó como una aventura política en la que los únicos engrupidos eran Pablito y su séquito de subditos de mangas de camisa arremangadas y pantalones Dockers, rápidamente se convirtió en el papelón de haber intentado entrar en peleas que a Longueira le quedan dos tallas grandes.
Porque para encarar una carrera presidencial, no basta con hablar fuerte y parecer siempre enojado como si estuviéramos ante el hombre duro que nos enseñará cómo se hacen las cosas en este país. De ese tipo de personajes, el país se cansó hace rato y todos sabemos cómo terminaron: escupidos en su lecho de muerte.
Como si la foto de arriba hubieses sido una premonición, llegó la hora de prenderle una velita a Pablito y darle las gracias, gracias por bajarte, gracias por el favor concedido. Hasta nunca. -
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