Malandre, que vendría a hacer como nuestro neo
Tomás Huerta, se mojó el popín con su opinión sobre el citado
Ron Paul. Dejando de lado el prejuicio al que hiciera alusión
Daniel en su comment, la figura del pre-candidato republicano a la Presidencia de los EE.UU. tiene matices importantes que vale la pena comentar.
Algunos aplauden el temple de Paul expresado en la fuerza con que ha defendido sus puntos de vista, aun frente a la amenaza de ser percibido como impopular. Consecuencia, que le llaman. Sin embargo, y creo que eso se aplica a todos los estandartes de la consecuencia mundial, eso no basta aunque a característica sea de esas que escasean en el mundo político, sino que es necesario entrar en el análsis de sus políticas y la importancia que revestiría tener a un tipo con dichos planteamientos a la cabeza del país más poderoso del mundo.
Ya hemos tenido la experiencia desde el 2001 de que las ideas y creencias de un Presidente pueden transformarse efectivamente en la política local y exterior de una nación entera. Y por lo mismo, vale la pena examinar dichas ideas en un personaje como Ron Paul.
De cajón entra el tema sobre el espíritu libertario que inspira al republicano, que en palabras de uno de los comentarios de esta bitácora, se destaca por "la defensa de la libertad en el sentido de
Hayek,
Friedman y otros, en vez del enfoque conservadurista".
Yo, me apresuré a compararlo con nuestro
Álvaro Bardón, economista y liberal por excelencia, y al parecer no estaba tan errado. ¿Algún problema? Claro que sí, tener a un Bardón en el poder podría traer lamentables consecuencias.
A la sociedad no le basta la libertad. Uno podría pensar que una postura que impone al Estado un rol preponderante en la sociedad organizada podría pecar de paternalista, sin embargo tiendo a pensar que el verdadero paternalismo está en quienes enarbolan la libertad como un especie de contexto neutro en el que todos comenzamos de cero aunque no en igualdad de oportunidades. Cada uno, en su afán de superación y sin coacciones puede esforzarse en la búsqueda del bien propio y el ajeno. A mi juicio, nada más ajeno a la realidad.
Aun a riesgo de ser cercenado con el ahínco del
Dr. Vidal, creo que la Libertad es un estado que se alcanza y no del cual se parte. Y pienso en la realidad y no en la teoría. Paradógicamente quienes más abogan por una libertad más parecida al
laissez faire, nos imponen sin sonrojarse la ley más grande de todas, la del mercado. Si no la asumes, aceptas y utilizas, estás fuera de este planeta. Nada más excluyente, si pensamos que una gran parte de la población mundial no es capaz de transformar sus necesidades en demanda y su capacidad productiva en oferta, convirtiéndolos en parias de un sistema que no los considera como agentes económicos. De ahí que esta gente quede entregada absolutamente a la otra famosa norma del mercado, la del chorreo, en que supuestamente, del beneficio de algunos se desprendería al mediano o largo plazo, el beneficio general (habría que preguntarle a los trabajadores subcontratistas de Arauco, qué opinan sobre el chorreo).
Lamentablemente las estructuras como el Estado, sus políticas, los tributos y la seguridad social que financia, son necesarios en un mundo en que los filántropos que realmente ven en el beneficio general el propio, son excepciones. La mayoría ve todo como profit o caridad. No existe otra cosa.
¿Ron Paul al poder? ¿Álvaro Bardón al poder? No serían más que nuevos experimentos neoliberales por los cuales se pretende gobernar como si estuvieramos en un aula de Chicago, donde la pizarra entizada soporta mucho y los libros de micro y macro economía escritos por nobles teóricos que llenan los campus universitarios con sus bustos, estén escritos para países que no existen, para sociedades que muchos no queremos, sobre todo en países que ya vivieron la experiencia y ahora, pagan la cuenta. -
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Etiquetas: economía, política