REVELACIONES CHÚCARAS

El sábado pasado tuve la posibilidad de ir a ver la muestra fotográfica que se expone en el Mavi, titulada "Más de lo que los ojos pueden ver" y que muestra parte de la colección del Deutsche Bank.

La exposición incluye imágenes originales de varios de los fotógrafos más destacados de la Alemania post guerra, y artistas cuyo trabajo con el obturador es menos conocido que otras de sus facetas como el cine o la pintura.

El Mercurio se había encargado el domingo 29 de abril, de hacer una reseña acerca de la muestra, exponiendo las principales características de la mano germana de autores menos ortodoxos dentro del género fotográfico.

Sin embargo, la visita me resultó decepcionante. Salvo un par de imágenes, la sensación fue de un vacío tremendo al ver fotografías que no lograban expresar mucho a pesar del esfuerzo que el artista sí puso en el montaje de la imagen.

Uno de los hechos que más se destaca de la muestra, tanto a través de su catálogo, como en las notas de prensa que lo reseñan, son los grandes formatos en que se presentan la mayoría de las imágenes, como si ese anhelo hegemónico guillermino que la Alemania posmoderna ha intentado petrificar para la posteridad en su arquitectura, ahora se transformara definitivamente en una gigantomanía sin sentido.

La visita al Mavi me hizo volver a esa interrogante permanente acerca del lenguaje fotográfico, sobre todo ahora que la técnología ya no es una barrera de entrada para quienes desean ver y hacer ver el mundo a través de un visor. ¿Cuál es el sentido -ni siquiera el mérito- de una gigantografía que muestra el rostro de una mujer de unos treinta años que mira fijamente a la cámara sin una actitud o semblante en particular? Cuál es el mensaje que está tras esa imagen, o acaso un nombre bien posicionado en los círculos artísticos basta para que obturación se transforme en una pieza de invaluble valor.

La pregunta se hace constante cuando uno está en una búsqueda en que abundan las preguntas y faltan las respuestas. En que uno piensa quizás estar dándole demasiadas vueltas a un proceso que algunos se esfuerzan por acercar más a la espontaneidad, que al fin estético que tiene y ha tenido el arte siempre.

Y sigo sin poder responderme, frente a estos ensayos de posmodernidad que terminan por llevarte a un mundo de sensaciones paradógicamente insípidas e inodoras. En que el soporte pareciera sustentar algo que no logro asir, por más que lo intente.

Pocas cosas quedan claras al terminar de pasearse por los dos pisos que concentran las piezas expuestas, saliendo con la sensación de querer ver algo más que te reencante con lo que llevas haciendo durante un buen tiempo, preguntándote donde está ese punto de inflexión que hace que una escena se transforme en una momento alejado de los manierismos y los clichés a los que las galerías virtuales me están acostumbrando, y donde por más que uno busque, cuesta encontrar. - Poirot hizo también su crítica sobre la expo del Mavi.

Etiquetas: fotografía