REVELACIONES CHÚCARAS

La UDI se miró al espejo el fin de semana y se vio como queríamos verla hace mucho -al menos quienes seguimos creyendo que por mucho que pasen los años y el agua bajo el puente, siguen siendo los reaccionarios de siempre-. Frente a las medidas anunciadas por la Presidenta para mejorar el sistema de transporte metropolitano, la UDI a través de su presidente desestimó la efectividad de muchas de ellas y anunció su rechazo de plano a la idea de solucionar problemas de administración a través de la vía legislativa. Y claro, a los que más les conviene que la gente lo siga pasando mal con el Transantiago es a la derecha, cómo no, si va a ser la pancarta que a partir de este segundo semestre van a elevar para proponerse como alternativa de gobierno para el 2009. Esta revolución del transporte no puede resultar. Sería uno de los mejores créditos de la Concertación para perpetuarse en el poder y la lápida para una derecha que sigue en picada en las encuestas. Nadie los pasa.

Una de las medidas más atrevidas del Gobierno, fue el anuncio de la posibilidad cierta de caducar las concesiones a los operadores que incurran en incumplimientos graves de sus compromisos con el Transantiago, y aun más, la posibilidad de intervenir las empresas cuyas concesiones sean caducadas. Aquí es donde a Novoa definitivamente se le sale el gorila aseverando que "estamos creando una solución mucho peor que la enfermedad", agregando que se trata de un "proyecto de ley que va a poner en duda el prestigio de Chile". Sí, seguro. Tal como el tema del royalty era la peor maldición que podía existir para la economía chilena. la UDI vaticinó en su momento cómo bajaría la inversión minera en Chile y cómo los grandes capitales de la industria arrancarían del país como si una turba de lumpen con martillo y hoz en mano quisiera robarlos lo que ellos han producido con el sudor de "sus" frentes.

Y no fue así. Era de perogrullo lo que se pretendía, y las inversiones mineras en el país están lejos de haber descendido. Sino, pregúntenle a Barrick.

Hoy está en juego un servicio público como es el transporte y -al menos a mi- me parece también de perogrullo que el Estado debe asegurar la continuidad de un servicio del cual depende una buena parte de la población de este país, frente al incumplimiento de quien administra el servicio. Si se caduca una concesión, el operador no puede simplemente sacar sus buses y dejar a Santiago sin transporte, la autoridad debe intervenir para asegurar la continuidad del servicio, y dicha acción evidentemente debe tener un sustento legal, ya que se están afectando derechos y garantías constitucional. Parece del todo serio que se busque respaldar la medida -a tolas luces legítima- a través de una norma, y esa norma debe provenir del Congreso.

Otra cosa es que la derecha esté buscando todas las fórmulas para boicotear el Transantiago, tal como lo ha hecho manejando los medios, tal como lo ha hecho oponiéndose a todo lo que tenga olor a solución, tal como lo hace matando un proyecto que tiene poco tiempo de operativo, tal como lo hace siempre que se ve apretado frente a la posibilidad de éxito de su contrincante. La derecha chilena no tiene escrúpulos a la hora de lograr lo que quiere. Tal como decía el tata, "metas, no plazos, fines, no medios". Al menos nos estamos sincerando todos, mostrándonos todos tal cual somos y eso se agradece. Gorilas al poder, nica. - Nota en Emol.

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