REVELACIONES CHÚCARAS

Llego a Santiago y me bajo del Metro en la estación Moneda. Me voy por el lado del palacio presidencial por la vereda en que unas rejas verdes circundan la gran explanada de pasto, fuentes y estatuas que se construyó frente a la sede de gobierno. Un par de carabineros caminan por la explanada y un perro defeca sobre el pasto, justo al centro de la plaza. Me pregunto yo, ¿Cuál fue la idea de hacer esa tremenda "área verde" si está todo el tiempo enrejada, nadie puede transitarla, salvo un par de pacos aburridos y un perro que caga a vista y paciencia de todos los transeuntes? No entiendo.

Me vuelvo al puerto y me bajo del bus en Pedro Montt con Av. Argentina. Paso por el lado del Congreso y veo una parejita de carabineros que se pasea por los jardines del edificio del Parlamento. Perfectamente bien mantenido. Limpio, bancas, rosas, esculturas, jardineros. Pero no veo ni siquiera parlamentarios reflexionando por los jardines, cuales filósofos heidelberguianos, nada. Otro paco habla por radio y seguramente informa que un mequetrefe mira sospechosamente el jardín como si quisiera cometer un atentado. Me pregunto yo, ¿Cuál es la idea de construir y mantener ese precioso jardín que nadie puede aprovechar, sino sólo algunos cuidadores de flores y unas paquitas que salen a estirar los pies de vez en cuando? No entiendo.

En un país donde progreso es igual a cemento, los pocos espacios verdes que tenemos en medio de las ciudades son cerrados por vallas y metal. Clara expresión de la cultura de la reja que hay en Chile, donde todos piensan que el del lado quiere destruir lo hecho. Porque una cosa es que haya imbéciles disociados que les encanta andar rompiendo cosas, pero el resto de los mortales no tenemos por qué pagar el pato, y pagar con los impuestos esos jardines que crecen cerrados sin que nadie pueda disfrutarlos. Sigo sin entender. ¿Con quién habrá que hablar? - fotos_Luke Netwalker.

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