Cerati no arruga. Te patea hasta tirarte al suelo, y en el suelo te sigue pateando. No hay descanso. Al menos yo salí con poco aire el sábado después de dos horas (creo) en el Caupolicán. Tocó prácticamente entero su disco nuevo "Ahí Vamos", y retrocedió en su discografía con temas de sus discos anteriores como solistas y unos pocos de su pasado ochentero con Soda. Un show redondo, estridente, porque a Cerati le queda bien el rock. Valió la pena, absolutamente.
Dos botones para terminar. Es increíble lo que cambia el ambiente cuando se prohibe fumar en un lugar cerrado con cinco mil personas. Obviamente hubo alguno que no aguantaron el síndrome de privación, pero era notoria la usencia de humo. Se Agradece. Lo otro es que al ingresar te requisaban lo que durara el show, las pilas de las cámaras, insólito, porque no hacían lo propio con los celulares con cámara. Cuál era la idea entonces. Evidentemente que al apagarse las luces, los flashes estallaban por todas partes. En todo caso, ¿cuál es el problema de sacar fotos en un concierto?. Nunca lo he entendido. En fin, a la salida recibí mis pilas y una garganta más saludable. Buen concierto!
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germán saez.