Los neonazis criollos salen en las
portadas de los diarios, son invitados a programas de TV, son panelistas, opinólogos y son muchas otras cosas que seguramente deberían odiar. Pero los focos de la fama son tan fuertes que encandilan, y ahí los tenemos, siendo encerrados en las jaulas de la farándula por sus propios y nuevos compañeros de celda.
A mi me pica el brazo cuando los veo. Esos tipos pelados, de bigote y cejas gruesas que, seguramente, serían los primeros en irse al horno si hubiese un nuevo
Holocausto, pero a ellos no les importa eso. Se tomaron de una ideología que tenían a mano, cuya biblia debe valer un par de lucas en San Diego, que nadie manosea mucho (porque ensucia rápido), y no hayaron mejor idea que decir que quiere eliminar la escoria de este país (y de la que son parte) a punta de patadas, "barridas" y cuchillazos.
Se me viene a la mente un entretenido debate que se vivió en las paredes de la Escuela de
Derecho de la UCV hace varios años. El tema era la eventual realización en Chile de un congreso nazi, y en la discusión participaron profesores y alumnos (como quizás nunca se había visto y, seguramente, nunca se volverá a ver) y se centró sobre la tolerancia. Esa virtud que confundimos con el respeto y la diferencia de éste en que en que la practicamos desde nuestro monte de la razón, aceptando que el otro esté equivocado, pero sin voluntad de un verdadero diálogo. Es decir, uno en el que mi apasionamiento por convencer al otro, sea directamente proporcional a mi apasionamiento por ser eventualmente convencido por el otro. Ahí hay diálogo. Ahí hay respeto. Pero el asunto acá es: ¿Se puede dialogar sobre todo? ¿Debe ser toda opinión respetada? ¿Se puede o debe ser tolerante con todo y todos?. Yo creo que no, porque al final, como decía, el respeto no es una cosa de convicción, sino de actitud.
Les dejo un articulo de
Claudio Magris muy esclarecedor a la hora de responder estas preguntas. Haga click
aquí.
PD. Si pensó que aquí íbamos a hablar de los nazis chilenos, se equivocó de blog. No valen la pena. Las fotos son de una contra-protesta que la ciudadanía organizó por la venida de un grupo de neonazi a
Heidelberg el 2001. La comunidad rodeó la estación de trenes, impidiéndoles que marcharan por la ciudad. Logré traspasar el cordón policial (que nos separaban por más de 300 mts. con los skinheads) para tomar algunas fotos.