REVELACIONES CHÚCARAS

IDEAS SIN CORCHETES NI HOTMELT

TARDES DE CINE

Published 23 noviembre 2005 by Rodrigo | E-mail this post

Ayer en la tarde fui al cine. Me acompañaban una docena de personas, casi todas bien avanzadas de edad. Vimos el documental de Patricio Guzmán “Salvador Allende”. Muchas de las escenas me eran familiares de documentos como “La Batalla de Chile” o “La Memoria Obstinada” del mismo autor, pero muchos también me impactaron y emocionaron.

Nunca había visto los restos de los lentes del Chicho destruidos y, ciertamente, nunca había visto imágenes de la campaña de Allende, en un tren, recorriendo Chile de punta a cabo y deteniéndose en cada pueblo, en cada casa y en cada pieza. No como la cochinada patética que se hace hoy.

Podremos tener muchísimas diferencias en lo que pensamos del gobierno de la UP, el desenlace por todos conocidos e, incluso, en nuestra imagen de la figura de Allende. Para mí, como dijo un ex senador y escritor, Allende desafía la conciencia. Me enrostra mi consumismo frente a un tipo que si bien era burgués, como lo han sido prácticamente todos los dirigentes políticos salvo contadas excepciones, tenía una conciencia social y una preocupación por los oprimidos y olvidados, que hoy termina por ser sólo un panfleto. El modelo no lo permite.

Quienes hayan leído a Allende, sus ensayos, discursos y programa, podrían llegar a darse cuenta que este médico estaba lejos de ser un marxista-leninista que creía en la dictadura del proletariado y el partido único. De ahí que durante su gobierno, se haya ido quedando solo. Que sus propios camaradas miraran con desconfianza el plan que Allende tenía para Chile. Una revolución socialista, pero libertaria (no liberal). Una democracia basada en la igualdad a secas, y no en la de oportunidades que finalmente termina sólo beneficiando a los de siempre (lean este ensayo de Squella), pero el plan de Allende requería un coraje moral que Chile no tenía, que no tiene. Basta ver la casta política que nos promete hoy el oro y el moro.

Para quienes no sólo se hayan quedado con la caricatura que hace la historia de los libros Santillana o de Encina, o no le haya bastado el relato algún familiar cercano que por primera y única vez tuvo una cuenta de ahorro, que le fue arrebatado un fundo por unos campesinos subversivos, que vivió feliz aunque sea con poco, o que no tenía qué comer a causa del desabastecimiento (o acaparamiento), Allende podría terminar siendo un personaje que no dividiera a los chilenos. Pero para eso también se requiere un coraje moral de lado y lado, capaz de liberarnos de los prejuicios, de las historias parciales, hacer el ejercicio de observar al personaje y el contexto por separado, pero claro, ya no están los tiempos para eso. Hay tanto que hacer y mejor dejo de leer esto porque ya he perdido mucho tiempo.

Siempre me pregunto que habría pasado si no hubiese pasado lo que pasó. Eso, nunca lo sabremos.

La foto es mía, tomada en la Plaza de la Constitución hace un par de fin de semanas.

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