REVELACIONES CHÚCARAS

Estoy de acuerdo en el enunciado, hay que dejar hacer mientras no se afecten los derechos de otros y las normas básicas de convivencias que todos hemos venido en darnos de manera más o menos democrática. Pero a veces, los particulares no estamos a la altura de las libertades que se nos son conferidas y comenzamos a irnos al chancho. Es ahí cuando alguien tiene que hacer algo y -si fuese necesario- coartar ciertas libertades en beneficio del bien común.

Para dónde voy. Hoy en la mañana los vecinos de Américo Vespucio Norte amanecieron espantados porque una gigantografía publicitaria de cerca de 16 mts. estaba por venirse al suelo sobre sus casas. El hecho se debió a que la estructura, evidentemente precaria, no estaba diseñada para aguantar el peso de la gigantografía, que superaba con creces el volumen y dimensiones para las cuales se hizo su soporte. El mal tiempo de ayer hizo su trabajo y hoy amaneció el aviso a punto de caerse sobre las viviendas que están bajo él. (emol)

La noticia, ávidamente captada por nuestros medios, reveló que no sólo la estructura no cumplía con las condiciones mínimas de seguridad, sino que no contaba con permisos municipales, pagos de derechos publicitarios y tampoco cumplía con la normativa legal aplicable. No sólo eso, haciendo un par de consultas se pudo informar que sólo un 20% de las gigantografías que "adornan" la Vespucio Express cumplen normativas y cuentan con permisos. Lógico, es mucho más rentable pagar las multas (de 2 a 50 UTM) que hacer estructuras y gigantografías como la gente y acá manda -como siempre- la rentabilidad.

Aquí el laissez faire (dejar hacer) no funciona y se hace necesario que alguien ponga los puntos sobre las íes. Pero ¿estaría dispuesta la autoridad a simplemente prohibir el avisaje en gigantografías que recorren nuestro país de punta a cabo? Una medida del género haría saltar a todos los que pierden en un negocio repleto de intermediarios y donde los dueños de los terrenos en que se hierguen los avisitos, son recompensados con sumas irrisorias que, frente a la necesidad, son aceptadas sin tomar en cuenta el riesgo que significa tener estos armatostes sobre sus casas (150 mil le dieron a la dueña de la casa sobre la cual está a punto de caer la gigantografía).

Sí, soy partidario de la libertad, del libre emprendimiento de tareas y empresas, pero cuando los particulares se pasan de listo y no son capaces de hacer las cosas mirando en 180° (es decir, tomando en cuenta cómo sus acciones afectan al resto... o lo que suele llamarse RSE), entonces esa libertad debiera caducar, simplemente porque no han sabido administrarlas.

Qué lindas se verían nuestras ciudades sin toma esa contaminación visual que ofrece una mejor vida bajo una tapa de bebida. Ni quiero pensar lo que sucederá cuando comiencen las campañas municipales. De inmediato advierto, señores, mi casa no. - foto_mannover

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