Hay quienes buscan en el cine olvidarse de los malos ratos de la vida. Hay quienes quieren entretenerse o probar sensaciones que sus rutinas no logran darles con la frecuencia que querrían. Hay quienes buscan en el cine realidad y consideran que el buen cine es aquel que logra dejar de lado los adornos y parecerse lo más posible a lo que podría ser la vida tuya o mía. En ese equipo estoy yo y por lo mismo, debo reconocer que aunque he visto varias y buenas películas últimamente, creo que ésta es una de las que más he recordado días después de verla. Y temo que este comentario no podrá ni en el mejor de los casos, transmitir lo que me provocó. Supongo que habría que conocerme.
Christopher (
Emilie Hirsch) se acaba de graduar del high school. Es un estudiante brillante y sumamente inquieto en lo que a conocimiento se refiere. Profundamente racional y con un espíritu crítico que lo ha llevado a refugiarse del mundo materialista, en la literatura. De ahí obtiene las respuestas que el entorno no ha podido darle.
Sintiendo que la tarea (impuesta por su padres) ha sido cumplida, finalizados los estudios decide desaparecer. Sin rumbo conocido, dona sus ahorros a una ONG y toma su auto para lanzarse a una aventura de la que espera nazca un nuevo hombre.
Into The Wild (2007) es una tremenda película. Como pocas. Lejos de darte respuestas te cuestiona. Te empuja a una serie de preguntas que tienen que ver con la forma en que cada uno se enfrenta y lleva su vida. Para quienes cultivamos una peligrosa tendencia al individualismo, la película nos enfrenta a la posibilidad de que se transforme en egoismo y autocracia. El limen es demasiado fino y cuando uno es consciente de ello, duele, pena. Christopher, quien parece tener claro todo, se termina preguntando dónde se encuentra la felicidad, esa que uno busca y que se hace tan esquiva a ratos. ¿Está en los lugares que visitas, está en los momentos que pasas, está en las páginas que lees, en las relaciones que construyes, en lo más alto? Dónde.
Podría uno pasar por esta vida escuchando respuestas y viviendo de y con ellas, en vez de hacerse preguntas que muchas veces terminan siendo tildadas de graves o simplemente inútiles por quienes no desean (legitimamente) hacérselas. Pero si uno eligió la interrogante como compañera de la vida, no puede quedar ajeno a la moraleja de esta película, que a todo esto, está basada en hechos reales. Puede sonar exagerado, pero uno no es el mismo después de verla, simplemente no puedes serlo. Ojo con el sountrack a cargo de Eddie Vedder, soberbio. -
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