Y finalmente la Teletón cumplió la meta (yo doné algo por ahí vía internet, supongo que como una forma de sentirme menos mal después de haberle dado algo de crédito a lo que terminó por ser uno de esos mails que le encantan a Daniel).
Y fueron varios miles de millones más de lo esperado. No por nada Don Francis se fue de parranda y
agasajó a sus colaboradores más cercanos a punta de Montes Alpha. Sin embargo, me sigue quedando un gusto amargo después de todo el show, que cada año veo menos, pero del que igualmente y casi por un acto reflejo, uno se mantiene atento... ¿habrán llegado a la meta?
Hoy, en las cartas del Merculo
viene una de un caballero con el que comulgo casi todo. Vale la pena leerla, porque es un poco el fondo de mi crítica a la iniciativa. Chile no se merece sólo 27 horas de golpes en el pecho para expiar lo poco solidarios que somos durante el año y tampoco parece haber razón suficiente para que sea sólo la Teletón la beneficiaria de una cantidad de recursos que muchos otros chilenos necesitan. Yo sigo con la idea de que éste no es más que un buen negocio de los que andan buscando negocios donde puedan.
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