Soy de la idea de que tanto en cine como en la escritura, entre menos cosas hayan que distraigan la atención del espectador de lo que realmente quiere transmitir el artista, mejor. Cuando la atención de quien presencia o lee no se queda en el fondo sino en la forma, no siempre es culpa de quien lee o ve, sino que puede ser culpa del autor, quien ha fracasado en cómo se comunica.
Es lo que me pasó con esta película. Nuestra carta para
los Goya y los Oscar. A pesar de las muy buenas actuaciones, especialmente de Jaime Vadell y Luis Gnecco, la película me dejó un sabor amargo por algunas imprecisiones mínimas, pero que por algo no pasaron desapercibidas.
La historia transcurre en el contexto del recuentro de 3 hermanos, quienes han recibido la noticia de que su padre ha tenido un problema de salud que lo tiene postrado en una cama de hospital. Los hermanos parten, aparentemente en dirección a la costa, a ver al pater. Luego de un rato llegan al Hospital Clínico de la Universidad de Chile (que está en Santiago) y luego de ver al padre, deciden ir a comer "por ahí cerca". Terminan en el tradicional restaurante Cap Ducal (que está en Viña). Decidanse. O por último hagan la escena del hospital en la zona, acá tenemos varios.
Luego de la visita, dos de los hermanos vuelven a sus casas (¿a santiago?) mientras uno de ellos prefiere quedarse a acompañar al padre, que poseedor de una curiosa personalidad, decide fugarse del hospital para ir a pasar sus últimas horas en compañía de su familia bohemia. Van supuestamente al bar La Playa -según ellos mismos dicen- pero en realidad la escena se filma en otro bar porteño cuyo nombre no logro recordar, pero sé que está en plaza Echaurren. En fin, cosas aparentemente sin importancia, pero de haber sido así, cuál era la idea de dejar claro en qué hospital o en qué bar estaban (como si estuvieran cumpliendo algún compromiso comercial) para luego obviar el tema y dar lugar a la confusión. En fin.
Padre Nuestro (2006) se alzó como la representante chilena para los premios internacionales más importantes. Seguramente los jurados no van a advertir estos estúpidos detalles que no pude no mencionar. Ellos se fijarán en lo importante, actuaciones, guión, footgrafía, donde la película cumple, pero sólo cumple. Vadell y Gnecco dan cuenta de su bagaje en el área, mientras que la actuación de Cecilia Roth también parece un guiño taquillero, antes que un verdadero aporte a la historia.
Una historia común con un final predecible. Sólo otra película chilena, que si bien recurre a la muletilla de hacer referencia a la picardía tan propia del shileno, no se queda sólo en eso, y al menos intenta meterse en el transfondo de las relaciones familiares de una familia promedio. Medio dedo arriba. -
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