El otro día, Bruno publicaba
esta portada de un diario local en que se intentaba acuñar un nuevo término en este país de poetas, tan asiduos a enriquecer nuestro lenguaje con aberraciones como esas. Nacía el Feticidio.
El tema que ayer en Santiago fui víctima del verdadero Feticidio, que no es otro más que el que se vive al interior de los vagones del metro tipo 13 hrs. Hora en que el calor mata gente afuera, los desodorantes baratos de han abandonado y los olores de quienes no tienen la sana costumbre de bañarse al comenzar el día, empiezan a hacer sus efectos y transformar un vagón atestado de gente en una verdadera trampa mortal. El momento cúlmine del feticidio masivo es en el que el tren comienza a moverse, el aire entra por las ventanas de los primeros vagones y los hedores se trasladan con una velocidad asesina hacia los sectores traseros del Metro, cual cámara de gas de la que no hay escapatoria.
Comienza el primer verano del Transantiago y el llamado a es a usar los busos, porque el metro está imposible. Pero sobre todo, el llamado es a bañarse, señora, señor, señorita, niño, santiaguinos todos. Como en el comercial, hágalo, por favor. - foto_
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