Me gusta vivir en Viña, esa mezcla entre pueblo y ciudad es impagable. Hay casi de todo sin la vertiginosidad sedante de una metrópoli, pero si hay algo que me molesta sistemáticamente hace años es el tema del cine.
En viña tenemos tres cines,
un Cinemark en el Viña Shoping,
otro en el Marina Arauco (justo el frente) y un
Cine Arte. En Valparaíso, salvo los cines pornos, está
el Hoyts y punto. Ahora, si se fijan en las carteleras de nuestros cines podrán apreciar que está absolutamente duopolizado por el ogro verde de
Shrek y Johny Deep y sus
Piaratas del Caribe. Papelucho también saluda desde una esquina y se cuela por ahí alguna otra película que seguramente pasará a la historia sin pena ni gloria.
Me dirán que estamos en vacaciones de invierno y que el cine es la excusa perfecta para que los niños chicos no rompan las bolas en la casa y vayan con la nana al cine. Ok, el problema es que esto es todo el años y todos los años. Basta que haya un estreno taquillero y nuestros ingenieros comerciales se vuelven locos por estrujar la película a un a costa de privarnos a todo el resto de los habitantes de esta ciudad, de poder disfrutar de buen cine. (recuerdo
una carta de don Agustín Squella)
Al menos el Cine Arte de Viña (ahora está dando
The Queen) ofrece algo más variado. El problema es que las vi todas. En Santiago hay más oferta, muchos más cines, desde el Biografo, el Normandie hasta el Hoyts de La Reina que le da tres mil patadas a lo que nos llega acá. Aun no puedo ver
Paris Je t’ aime. Cada día le encuentro más sentido al divx, me perdonarán los puritanos.
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