¿Puede un discurso cambiar las cosas?
El lunes será 21 de mayo y el interés de mucha gente interesada por lo que pasa en el país no va a estar en la revista que harán las FF.AA. frente a la tumba de Prat, sino que estará varias cuadras hacía el norte, en el Congreso, donde la Presidenta Bachelet tendrá que dar su segunda cuenta pública al país en medio de un ambiente tenso debido a lo que todos saben.
Menuda tarea entonces tiene la Presidenta este lunes. Tratar de apaciguar ánimos bien caldeados, y sobre todo ofrecer soluciones a un país que se lava la boca con la libertad y el achique del Estado, pero a la hora de los
quiubos, todos le piden a papá que les arregle los tetes.
Que el Transantiago, que Aisén, que el voto de los chilenos afuera, que la ley general de educación, que los municipios, que los deudores habitacionales, que la delincuencia, que el sistema binominal
and so and so.
Dejando de lado a la derecha, que nunca queda contenta con nada, el tema es con qué sensación quedarán quienes tenemos la extraña costumbre de ver estos actos cívicos y republicanos que ya a nadie interesan. ¿Podría esperarse algo que tranquilizara los enardedicos ánimos? O es que definitivamente los chilenos no nos sentimos cómodos con una autoridad mucho menos autoritaria de la que nos acostumbramos hace ya bastante.
Debo reconocer que siento una profunda desilución por el desempeño del Gobierno. No de la Presidenta sino más de quienes la acompañan.
No creo pecar de machista o paternalista al intentar minimizar la responsabilidad personal de Bachelet por los problemas que persisten y las erroneas maneras en como se han encarado ciertos temas, sino que creo de verdad que ni ella se esperaba la incompetencia de quienes se subieron al barco con ella en marzo de 2006 y lo debe estar pasando pésimo. Todos han puesto de su parte para que las cosas salgan como están saliendo.
El Gobierno no ha estado a la altura de quienes votamos por la Presidenta hace dos años, aun con la bonanza económica que ha tenido y esa espina es difícil de sacar. Habrá que esperar y escuchar. No queda otra. -
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Etiquetas: política