Ya. De vuelta a las canchas después de un ajetreado jueves y viernes en la mañana.
La otra vez se me quedó un comentarios a propósito de l
o escrito sobre Ron Paul y las
réplicas interbloggeras que tuvo el post. Navegando encontré el video que cuelgo a continuación. Hay que verlo para entender el comentario.
El peladito de arriba es
Milton Friedman, referente obligatorio de una generación de economistas ligados a la
escuela de Chicago y que centran su teoría económica sobre las leyes del mercado, lo que se conoce como
Neoliberalismo. El caballero tiene muchos seguidores, entre los que se cuentan muchos economistas chilenos responsables del cambio económico de Chile a fines de los '70 y comienzos de los '80.
El video de arriba lo encontré en el blog de
Jorge Saavedra, y la verdad es que no sé si fue colocado ahí en forma de chiste, broma, ironía y la cosa iba en serio.
Como un abuelito cariñoso, Friedman nos cuenta de la "magia del sistema de precios" -una de las banderas que los neoliberales hacen flamear como un especie de dogma- para explicar la existencia de un simple lápiz de mina. De cómo miles de personas, sin intervención de fuerzas coactivas (normalmente estatales) pusieron de su tiempo y esfuerzo para que nosotros podamos ir a diario a una librería y comprar uno de esos lápices por un valor ridículo.
Sin embargo -y he uno de los meollos de la falacia neoliberal- el cuento que cuenta Milton está lejos de ser la realidad. La madera con que se hizo ese lápiz seguramente forma parte de la producción de una gran forestal -las que ya sabemos cómo operan y las consecuencias que están provocando-. El grafito o mina, efectivamente debe provenir de sudamérica, donde un grupo de trabajadores, seguramente trabajan muchas más horas que el común de la gente, en condiciones deplorables y deben recibir un estipendio diario por kilo de grafito extraido, si es que no le pagan con raciones de comida. En el mejor de los casos, el grafito debe ser extraido en cantidades industriales por palas mecánicas de una gran minera que son manejadas computacionalmente. El trabajador que fabrica la goma de borrar que viene de Malasia, no debe tener mejor suerte que el sudamericano, y el refuerzo de bronce, bueno, para qué nos vamos a preocupar, alguien la debe hacer por unas pocas chauchas.
Freidman habla de la magia del sistema de precios como si fuera eso lo que mueve la economía en el mundo, una especie de hada madrina que inspira a los seres humanos para trabajar en pos de que el resto de los mortales tengamos los bienes que necesitamos. Lo cierto en realidad es que esa es sólo una fábula que ya ni los niños creen. Un tipo con una buena idea (reemplazar las tizas de carbón por lápices) requiere de recursos humanos y físicos para producir ese lápiz. Los produce y genera una importante ganancia porque las materias primas compradas en economía de escala le permiten rentar considerablemente, y seguramente (apelo al sentido común y no a la magia neoliberal) gasta -por no decir, invierte- una cantidad marginal de dinero en sueldos y condiciones laborales para quienes hacen el trabajo (mejor ni hablemos de beneficios, gartificaciones, seguridad social, etc, esas son cosas para débiles y comunistas).
Encuentro francamente una falta de respeto el video de Friedman, se rie en la cara de todos quienes están detrás de ese lápiz, y no contento con eso, filma un lindo cuento que los economistas compran como si fuera verdad, y peor aun, esos mismos economistas intentan aplicar esas teorias de pizarra en sociedades de gente de carne y huesos, que se ve obligada a trabajar en condiciones infrahumanas para palear las necesidades propias y de su familia.
Sí, parece berrinche de resentido, pero es cosa de pensarlo dos veces. ¿Qué se ajusta más a la verdad? La historia del premio nobel o lo que acaban de leer arriba. Eso sería.
Etiquetas: economía