REVELACIONES CHÚCARAS

Velasco no se equivoca tanto al decir que estas cosas pasan sólo en Chile. Ayer veía un documental sobre la tragedia de Katrina en los EE.UU. y la responsabilidad política que le cupo a las autoridades que estaban prevenidas de que los diques cercanos a New Orleans no tenían la fuerza contenedora que sí podrían haber tenido con una inyección suficiente de recursos que los hiciera más sólidos y así evitaran la cagadita que quedó. Obviamente que la administración local y federal no estaba en condiciones de parar un huracán, pero está demostrado que gran parte de las muertes se produjeron debido a la entrada de las aguas de los diques en plena ciudad y a la mala reacción de las autoridades post cagazo.

Ahora en Chile volvemos a unos de nuestros deportes favoritos. Echar la culpa. Luego del terremoto con tsunami incluido, autoridades y simples cristianos buscan a los culpables de tamaño remezón.

Los ayseninos se quejan de que nunca fueron tomados en cuenta después de los cientos de miles de temblores que debían sufrir a diario. Que nadie se hacía cargo de su crisis de pánico y de la posibilidad cierta de que un cataclismo azotara la zona o el epicentro del apocalipsis esperado por muchos, fuera justamente la región del General Ibáñez.

Gran parte de la población, en su deseperación, se trasladó en improvisadas viviendas de nylon a vivir fuera de las casa, pero nadie estaba en condiciones de dejar sus propiedades. No seamos ingenuos. Si el Gobierno hubiera decretado la evacuación de Aysén, muchos habrían levantado la voz ante lo que habría sido considerada una medida alarmista en un país sísmico por excelencia. Por otra parte, dudo que familias que han tardado décadas en conseguir lo que tienen, fueran a dejar sus casas para trasladarse a soluciones habitacionales tipo Chubi, sólo porque existe la posibilidad de que tiemble más fuerte.

De lo contrario y si la amenaza era inminente ¿qué hacía viviendo aun la familia Contreras a orillas del fiordo? Dónde está la responsabilidad de las autoridades locales que, siendo los más cercanos a la gente, podrían haber tomado medidas concretas para sacar a la gente peligrosamente expuesta.

Ahora los ayseninos lloran a los muertos, nosotros vemos sus velorios y entierros en cadena nacional. Presenciamos a un alcalde -ejemplo de civilización y educación- azuzando a la población en contra de las autoridades centrales. Somos testigos de la aparición milagrosa de informes exclusivos que acreditaban fehacientemente la existencia de la Atlántida en medio de los fiordos ayseninos. En fin, para todos los gustos.

Lo cierto es que los terremotos no pueden anunciarse. Toda medida reactiva siempre será insuficiente a ojos de los afectados y mientras la tierra se siga moviendo y nosotros, viviendo entre dos placas tectónicas, la autoridad de turno se tendrá que acostumbrar a la irrupción de los que viven en otro Chile, mientras unos cuantos sacan cálculos políticos y rezan a los dioses para que antes que nos aburramos de ver las imágenes del camarógrafo de Chilevisión, suceda un nuevo temblor, de cualquier tipo y grado. - foto_kosmikaina.

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