Las mañanas no son lo mismo ahora. Como de costumbre suena la 101.7 (88.5 en stgo) en mi radio mientras tomo desayuno, voy camino a la oficina y trabajo allá. Ahora "
Mañana será otro día" de la radio Concierto cuenta con el buen aporte de Santiago Pavlovic.
Tras la salida de Matías Del Río se sumó el periodista de las mil batallas a la conversación que de mañanitas tienen habitualmente Rafael Cavada y Paulo Ramírez. Ahora el programa ha tomado un peso contundente. A la actualidad que aportaban los antiguos conductores se suma el rigor periodístico de Pavlovic que le viene a hacer muy bien al programa. Lo que antes se iba pareciendo cada vez más a una mesita de desayuno de tres amigos en un cafecito de Isidora Goyenechea, ahora se ha ido puliendo. Serio, pero no grave.
Hoy mientras manejaba a Santiago, Pavlovic hizo jugo con el nuevo Ministro Secretario General de la Presidencia, Antonio Viera-Gallo y luego hizo lo propio con el tominel de la UDI, Pablo Longueira. Le recordó al socialista esos dichos que la prensa reprodujo y que él querría no se repitieran más. Trajo a colación los serios cuestionamientos que gente de su propio partido hizo en su momento y que terminaron por bajarlo de la reeleción senatorial. Mientras que al udiento le enrostró su imagen de populista, su vínculo indeleble con el empresariado, por mucho que trate de desmarcarse y lo apuró a entregar sus propuestas de cara a las elecciones del 2009 y que él mismo se ha encargado de adelanter. Obviamente, Corteira iba por lana y salió trasquilado. Nada nuevo.
Puntudo, informado, tremendamente informado, Pavlovic le vino a dar un nuevo aire al programa que a veces, con buenos invitados, más parecía una sesión de RR.PP. a la que Cavada trataba de subirle el pelo pronunciando en perfecto árabe los apellidos de los representantes del eje del mal, y Ramírez amenizaba con sus tallas y comentarios para tomar aire (que bien digamos, son bienvenidos). Hoy, Ramírez y Cavada se limitaron a, seguramente, a asentir con la cabeza, mientras Pavlovic ya completamente suelto, tiraba pregunta tras pregunta. Había que dejarlo. Este tipo sí que tiene mucho que decir, porque como dicen, el que sabe, sabe.
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