Cada cierto tiempo el tema vuelve a aflorar en algunas bitácoras que suelo visitar (c
omo en la de Stark hace unos días). Acá mismo hemos escrito varias veces sobre él y las organizaciones que ha creado y dirige. Al final, lo que creo que está detrás de esta recurrencia al tema es una preocupación por lo que hace la gente que ejerce poder y eventualmente puede llegar a tomar decisiones que nos afecten, o por último, el interés por opinar sobre lo que aparenta ser y no es. Mal que mal, cualquier excusa bastaría para introducir el tema. Se trata del famoso
senador Flores. Y justamente, mientras estaba en el sur, di con un programa en el UC Cable donde lo entrevistaban. Ese programa lo vi con mi viejo, y nos quedamos un buen rato conversando sobre lo que plantea este caballero.
Flores es especialista en identidades. Lo que hace él a través de sus cursos no es enseñarte a usar Blogger o Wordpress, sino a crearte una identidad en la web. Bueno, no siendo menos él, se ha ido creando entre muchas imágenes de sí mismo, la de un incomprendido en tierra de gente a mediocre. El hecho de que Chile esté lleno de gente a medias tintas con poder, no refuerza su tesis de incomprendido. Díscolo, le llamarían ahora. Flores le achaca a sus compatriotas su marcado carácter eufemista, apocado. Inseguros pero asegurados. Su tendencia faldera, egoísta, patológicamente envidiosa y bizca a la hora de plantear las cosas. Características que se confrontan con la seguridad, honestidad y capacidad de decir las cosas directamente y de frente, que exuda él. Es el estilo norteamericano, justifica, ya que ha pasado gran parte de su vida trabajando y estudiando en el país del norte durante su exilio y luego por
motu proprio.
Lo cierto, es que a mi no me termina de convencer este caballero que ha logrado entusiasmar al mismísimo Nicanor Parra para que le hiciera un “mono” para uno de sus proyectos aglutinadores de activistas. El famoso
Atina Chile.
Flores, como buen alumno gringo, ha aprendido a crear y administrar efectivamente una imagen. Él critica desde dentro, lo que es políticamente correctísimo, ya que aparece como un tipo jugado que pretende sacar la basura aunque tenga que caminar sobre ella todos los días. No cae en el facilismo de criticar de afuera, donde basta un panfleto que el viento termina por llevarse. Sin embargo, Flores parece no haber hecho mucho más que eso: criticar. Se esfuerza por mantener a flote una agenda que de vez en cuando se preocupa por poner en el tapete. Sobre todo con temas que generan gran impacto mediático pero que no se corresponden en bases y fundamentos que lo hagan plausibles. Como el asunto de la banda ancha para todos. Hace un tiempo, Flores anunciaba su salida del partido que ayudó a fundar, para crear un nuevo referente político.
Chile Primero, un nuevo grupo de activistas que se unen en torno a la expectativa -creada por Flores- de que son los que cambiarán el país. Grupo que seguramente será olvidado en un tiempo más para dar paso a una nueva tribu de elegidos (y donde los nombres seguirán repitiéndose), que se reunirán en torno a grandes anuncios de nuevos valores, esquemas y senderos culturales para la sociedad chilena.
Así como Flores le aseguró a tanta gente que podrían cambiar no sólo su país sino el mundo a través de blogs como el del suscrito (cosa que no ha pasado y está lejos de pasar), seguramente hoy el mensaje mesiánico anunciará alguna nueva estrategia de marketing gringo, que no será más que el refrito de varios libros de los llamados gurues de los nuevos tiempos. Anuncios que terminarán desinflándose muy a la chilena, porque al final, don Fernando, no basta golpear la mesa en un país de gente que habla despacito. Eso será muy de gringo, pero se llama prepotencia y aquí, ya no estamos aburriendo de los de su tipo.
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