Mañana de locos, pero me quedé pegado en un
post de Jorge de esta mañana, a propósito de
una carta al director en El Mercurio de hoy.
La pareja integrada por Lozano y Girón decidieron enviar una carta al Mercurio para dar su visión acerca de
todo el barullo que se hizo a propósito de la inscripción de su lista de novios en una multitienda.
El punto es que según Jorge la peor forma de poner término al tema y al impacto mediático que le siguió, es una carta a un diario y que sería contradictorio pedir intimidad de esa forma y, es más, lo lógico sería que ahora fueran a algún estelar, en fin.
Siempre he discrepado de esa reificación que hacen muchos periodistas en cuanto a lo que es noticia. Como si fuera un imperativo casi moral el cubrir todo lo que sucede con un supuesto criterio periodístico, cuando en realidad el quid del asunto es un interés comercial.
La noticia no se remite a la difución de un hecho. Eso sería descontextualizar el acto periodístico. La comunicación no ha sido nunca neutra ni obejtiva. Desde que esa comunicación está a cargo de personas, es subjetiva e interesada. Y ese interés tiene directa relación con el criterio bajo el cual se decide comunicar algo.
La noticia puede buscar informar o simplemente vender. Hoy la farándula y mucho del periodismo "en serio" ha caido en la tentación de simplemente botarse al interés comercial, y ese objetivo se ampara el criterios como la morbosidad, el sensacionalismo, el marketing, todos criterios bastante alejados de lo que, al menos yo, considero debieran acercarse a una ética periodistica. Si el objetivo fuera informar, los criterios serían otros. La verdad, la justicia, el pluralismo, los valores democráticos en general, hasta el bien común podría tener cabida. Y la preponderancia de esos criterios dependen de periodistas, editores y dueños de medios, pero si el último eslabón de la cadena no es capaz de chistar una sóla vez por miedo a perder su trabajo, bajas son las posibilidades que el editor con MBA o el dueño que no es más que un empresario, vean con otros ojos lo que están publicando.
La típica justificación es que todo este asunto tiene que ver con la demanda. Que los culpables seríamos los que visitamos LUN todas las mañanas y les damos la razón con nuestros cliks, así como los volúmenes de ventas de La Cuarta, TV y Novelas y otros. Pero la cosa creo que va por otra parte. No se trata de un tema de demanda.
Alguna vez escuche en una
película mamona en la que Michael Douglas hacía de Presidente de los EE.UU. que a gente beberá arena no porque tengan sed, sino porque no podrán diferenciarla del agua (
People don't drink the sand, 'cause they're thirsty. They drink it 'cause they don't know the difference). Es siempre tanta la necesidad de conocer, de saber, que pongas lo que pongas en la tele, en la prensa o el diario, habrá quienes lo consuman y de a poco eso irá generando nuevos hábitos informativos, pero si apuntamos siempre al facilismo, nada tiene muchas expectativas de cambiar.
Volviendo al tema de la pareja y su carta al Mercurio. Honestamente me parece uno de los textos más sensatos que he leído acerca de un tema que normalmente se termina caricaturizando, como muchos otros grandes temas en este país. Lozano y Girón tuvieron el coraje de decir la última palabra (hasta el momento). Y no han pedido nada del otro mundo, y el mensaje ha sido claro. Hay un tema de fondo que toca compartir y como ellos dicen "
Sin mayores intenciones, nuestro caso ha abierto una puerta que Chile aún mantiene cerrada" y eso me parece una reflexión bastante más trabajada que muchos de los gorilas que escriben cartas a los directores.
El deber de los periodistas no es criticar la forma en que cada uno hace sus descargos, sino respetar la voluntad de las personas y tratar de reflexionar sobre el rol que les cabe en el proceso informativo. No ser repetidores de propagandas comerciales, atreverse a buscar lo que haga que podamos diferenciar el agua de la arena. Espero no sea mucho pedir.
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