Semana de balances, que se pueden hacer un minuto antes de las doce del 31 o en el que podemos estar enfrascado toda la semana, revisando lo que se hizo y lo que no se hizo, lo bien o mal que lo pasamos. Los puntos altos y aquellos que es mejor asumir y dejarlos ahí, sólo como recuerdos.
Yo soy de los que repaso durante la semana, en los pocos momentos que tengo conmigo. Antes de dormirme, cuando leo el diario, cuando escucho música echado en el pasto del patio o cuando escribo en esta bitácora.
Pero tranquilos, aquí no habrá mucho balance personal, porque eso a nadie le interesa. Aquí vamos a hacer otros balances. De lo que se ha dicho aquí y si bien aquí se han dicho cosas mías, tienen que ver lo que se dice siempre. Lo que uno hace, que al fin y al cabo es público.
Pero mientras me estreso pensando qué diablos voy a hacer este año nuevo (aunque parece que ya está decidido) haremos balances de lo mejor del año -porque para qué vamos a hablar de lo peor, osea-. Así que preparemonos para la lluvia de ranas, se viene el 2007.
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