A propósito del post sobre "un nombre de calle para Pinochet", y los comentarios que hablan sobre la calidad o no de Presidente del tirano, me permito expresar mi opinión al respecto.
Cuando escuché a Paulsen decir que Pinochet sí había sido Presidente de Chile y que, por tanto, le correspondían los honores de Estado, debo reconocer que me defraudó. No porque la sangre en el ojo no me deje ver lo evidente, sino porque creo que en análisis según el cual Paulsen llegó a esa conclusión es absolutamente descontextualizado. Y la historia no son sólo hechos, sino también contextos que los explican (pero no justifican).
Aquí el tema no es la investidura en sí. Eso tendría lógica cuestionarlo. El tipo efectivamente se autoproclamó Presidente de la Junta y luego del país. También es cierto que los Decretos Leyes que emanaron de los poderes concentrados en el Diego Portales, iban con la rúbrica de Pinochet quien firmaba como Presidente. Efectivamente Chile aprobó una Constitución que lo ungió como máxima autoridad del país, al menos por 8 años más y, es de todos sabido que fue él quien le pasó la banda a Valdes y la piocha de O'Higgins al mismo Aylwin, para luego salir por la puerta ancha del Congreso que él mismo cerró.
Desconocer todos esos hechos sería dinamitar las bases institucionales y jurídicas de nuestro país. No hay nación que, con el afán de sacarse la mugre de encima, haya hecho tabula rasa con todo lo creado por el Presidente saliente. Mal que mal mucho de lo que existe, funciona y beneficia, tienen su fundamento jurídico en las normas que firmó el caballero. Nos quedaríamos sin Estado, sin nada. La anarquía misma.
El tema acá es la legitimidad de la investidura. Sumarse a última hora y liderar un golpe de estado, autonombrarse jefe de la nación pasándose por ahí mismo a los otros miembros de la junta, redactar una Constitución que pretendía dar aires de democracia a un país que vivía en estado de toque y que fue aprobada en un referendum a todas luces fraudulento (el hermano de un amigo votó teniendo 8 años). Todos estos son hechos que impiden hablar de una autoridad legítima, y por mucho que Pinochet haya favorecido a mucha gente (sea liberándola de una supuesta dictadura marxista, devolviéndole un fundo expropiado o traspasándole a precio de huevo una empresa estatal), eso no lo hace objeto de honores patrios, menos de estatuas y nombres en calles y plazas.
Ya conocemos detalladamente el prontuario de Pinochet, pero sobre todo, tenemos que tener claro que se trató de un dictador que se hizo llamar Presidente, cuando los presidentes se eligen por un acto soberano del pueblo y eso aquí en Chile, no pasó nunca. Nunca. Y por mucho que la mona se vista de seda, mona queda. ¿Fue Presidente o no fue Presidente? Sí, fue Presidente. Pero aun así no merece ser tratado como tal. Es como si alguien pretendiera venir a exigir derechos en nombre de
Orélie Antoine de Tounens, sabrán Uds. el primer
Rey de la Araucanía y Patagonia. ¿Fue Rey? Claro que fue Rey. -
foto_marcelo montencino.
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