REVELACIONES CHÚCARAS

La discusión sobre conservadores y liberales se extendió más de la cuenta. Siempre será difícil ponerse de acuerdo en definir conceptos que son esencialmente inderteminados, pero la idea no era quedarse en eso. El tema es el contenido de la encuesta realizada por Mori y que da cuenta de una serie de tendencias que han hecho sacar conclusiones del tipo: Sin bien es cierto que el país muestra apertura a temas antes vedados, no es menos cierto que Chile seguiría siendo un país conservador. Esa es la sentencia estilo mercurial.

¿Chile es conservador o liberal? Yo, la verdad es que no me inclino por ninguna de las dos. Yo creo que Chile simplemente continua siendo un país hipócrita, doble estándar y cobarde moral. Que hoy estemos hablando de divorcio, píldoras, abortos, homosexuales, eutanasia y otros temas de esos que gusta llamar valóricos, y que suponen una apertura y flexibilidad moral de parte de nuestros compatriotas, es hasta por ahí no más.
Mandados a hacer para ver la paja en el ojo ajeno y no percatarse de la viga en el propio. Duchos en lanzar la primera piedra cuando se tiene tejado de vidrio ya bien trizado. Pechoños de esos que se persignan cuando pasan frente a una iglesia, pero que se olvidan de observar el canon a diario en sus casas (porque tienen amante) y en sus oficinas (porque denigran a sus empleados con sueldos miserables). Gente progre que valora la diversidad, pero es incapaz de tratar con un hijo homosexual en la casa o se siente orgulloso de la nana peruana que hace un suspiro limeño como los dioses pero a la que nunca podrá ver como una igual.

Seguramente el padre Gatica era chileno, porque aquí somos campeones para no decir lo que pensamos, no hacer lo que decimos y, muchas veces, no pensar lo que hacemos. Nos lavamos la boca con grandes principios y valores que a la hora de los quiubos, se nos caen a pedazos cuando el problema nos golpea el bolsillo, la reputación o simplemente se interpone con nuestros intereses. Por eso la crítica a los cabros y niñas que gritaban a favor de la vida, cuando no tienen escrúpulos para tener sexo con sus amiguitos, la mayoría de las veces, sin protección e ir a comprar la famosa pildorita si “algo sale mal”. O los liberales que sólo lo son cuando el tema es hablar de plata. Ahí todos somos personas adultas a quienes no hay que coartar en sus decisiones, pero pasamos a ser todos unos imbéciles, cuando se trata de dirigir nuestras propias vidas. Ahí ninguno de nosotros tiene discernimiento.

Ejemplos los hay por cientos, y ciertamente son sólo eso. Ejemplos. De ahí que me pareciera apresurado a hablar de un país liberal o conservador. Etiquetarnos a toda una sociedad de tal o cual atributo es algo apresurado y pretencioso. Siempre habrá matices que no nos permitirán ponernos de acuerdo en todo. Nuestras ideologías y creencias nos condicionan en nuestro actuar, nos dicen hasta dónde estiramos el elástico de nuestra tolerancia, y más importante, nuestro respeto. Finalmente, antes de querer un país liberal o conservador, preferiría simplemente un país respetuoso, que no se sienta atropellado si hay gente que quiere vivir su vida de manera distinta, que nos demos la posibilidad de elegir y que nadie nos imponga y obligue a actuar según su libertad. La reserva moral está en cada uno, no en organizaciones, sectas o autoridades políticas. Y esa reserva moral se nutre y consolida en base al diálogo franco y no a es conversación forzada en la que intentamos, por todos los medios ocultar nuestras trancas, total en la foto, todos somos los tipos más cool del mundo, al menos hasta que se invente la cámara que nos muestre tal cual somos.

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