Sorry, pero la declaración pública que hizo la Conferencia Episcopal acerca de las normas nacionales para la regulación de la fertilidad, presentadas hace unos días por el Ministerio de Salud, me parece simplemente una
canallada.
Primero se acerca tímidamente
pidiendo a las Comisiones del episcopado e instituciones de Iglesia, a las Universidades Católicas y centros de pensamiento, y a otros expertos, un análisis exhaustivo de esta normativa. Para luego apresurarse a calicar a la medida como propia de
regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el respeto a la dignidad de la persona humana. Insólito.
¿Alguna novedad?, No creo.
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