Debo reconocer que se me sale el intolerante que todos llevamos adentro cuando escucho gente con tribuna hablando pelotudeces.
El ministro de propaganda nazi,
Goebbels solía decir que
una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad, o también la citada
miente, miente que algo queda. Y el tipo si de algo sabía era de propaganda y comunicaciones, pero no de las que informan, sino de las que mantienen a los receptores a oscuras, con imprecisiones o definitivamente desinformados.
Hoy, frente al tema de la anticoncepción de emergencia, alcaldes moralinos, políticos conservadores y curas retrógrados hacen gala de las técnicas nazis (parece exagerado, pero manténgase en el contexto de arriba), para sembrar la confusión y mantener la nebulosa sobre temas que deben ser zanjados por la ciencia, la medicina, la ética y la razón. Mal que mal los eventuales afectados por las decisiones de estas personas son seres humanos creyentes y no creyentes, pero todos sujetos de razón a quienes se les está tratando como una tropa de idiotas.
Decir sueltos de cuerpo que el Postinor 2 es cancerígeno, que desata enfermedades hormonales y abortivo, sin antecedentes concretos y serios, es una falta de respeto para la gente de sentido común que tiene que ver a estos oligofrénicos en tv diciendo tonteras. No pido inteligencia, porque quizás sea mucho, pero al menos que no mientan como lo hacen, que no se crean con el derecho de decidir nuestras vidas conforme a sus creencias y más encima se quieran vestir con ropas de súper héroes dispuestos a soportar incluso la cárcel
so pena de proteger los valores que ellos creen estar defendiendo.
El saber que tendré que escucharlos por un buen tiempo como dicen sandeces, me hace hervir la sangre. Me asusta también, no vaya a ser que me los encuentre en la calle.