No todo puede durar para siempre. Menos lo bueno. Esas son las primeras cosas que pasan a la historia. Pero soy de la idea que hay que siempre llenarse de todo lo bueno que fue y no quedarse en que simplemente fue, tratar de omitir por sanidad mental todo lo que costó y lo que dejaste y hacerte la idea que si no hubiese sido así, nunca hubieran pasado un montón de cosas para las cuales moviste las piezas.
Ayer se dio término a la que ha sido mi mejor inversión ultimamente. Llegó a su fin el curso de fotografía que tomé en
Cámara Lúcida y que me significó poder dedicarle religiosamente 6 horas semanales a aprender de todo aquello que no se adquiere simplemente disparando como loco por la calle. De esas cosas que, como me decía AnRiu, sólo se aprenden si te arrimas a la sombra de algún maestro que soportara andar con alguien al lado. Hoy, maestros de esos quedan pocos, por eso se crearon los cursos.
La experiencia fue buenísima. Mucho laboratorio, el que ahora podré seguir usando como ex-alumno. No más mandar a revelar y a hacer copias, ahora las podré hacer yo, en el tamaño que quiera.
Y estoy ultra agradecido de la paciencia y dedicación de Fernando y Carola, fueron y son excelentes profesores. Espero seguir cerca de esa Escuela, de alguna manera. A fines de julio la Escuela hará una muestra en un lugar a definir en Valpo, espero colaborar con parte de un proyectín que estoy desarrollando desde mi lugar fetiche de por estas épocas (desdee donde saqué la foto de aquí al lado). Así que quizás haya novedades.
Hay que seguir buscando, que no gane la inercia. Que no gane.