Después de varias semanas de tragos amargos en los quehaceres cotidianos, ayer me di un gusto, un tremendo gusto. Hice algo que quizás debí haber hecho hace mucho, si lo hubiera sabido o hubiera tenido (como dice nany) las polainas para hacerlo. Pero bueno, como dice un buen amigo, las cosas no son POR algo, son PARA algo, y ayer tuve mi primera sesión en un curso de fotografía en la escuela
Cámara Lúcida de Valparaíso.
La escuela se encuentra enquistada en medio del barrio puerto, en calle Clave, a una cuadra de la Plaza Echaurren, la que, hay que decirlo, tiene mucha más presencia policial y por lo tanto uno tiene esa sensación de seguridad aunque los carabineros estén sólo durmiendo dentro de la camioneta. Pero al final, lo que valen son las sensaciones.
Comenzamos con algo de historia y aprendiendo sobre el origen de la fotografía, nociones sobre cámara obscura, estenopeica, emulsiones, químicos y, obviamente, una presentación de los 5 que somos el grupo. Me gustó, me gustó mucho, y me gusta más la idea de que voy a estar 6 horas a la semana dedicado exclusivamente a aprender sobre teoría fotográfica, sobre historia y sobre técnica. Que por fin podré superar la gran frustación que significa no poder revelar y ampliar mis propias fotos, y de compartir este interés con gente a la que también le tirita el dedo cuando tiene que hacer click.
Veremos qué sale de estos tres meses. El jueves trabajaremos con la estenopeica (me haré una) y saldremos a ver "por dónde va la mano". Ayer dormí bien.