Dejo claro de inmediato que nunca he sido un seguidos incondicional del fútbol. Hasta antes del Mundial Italia 90 simplemente lo aborrecía y mi primo, por cansacio, hizo que me terminara gustado, claro que a la hora de elegir club en Chile no me fui a la segura y me siguieron años de bice campeonatos eternos. Pero eso se acabó hace un tiempo. Volví a lo que diríamos era mi estado original, salvo por un par de excepciones. La selección nacional (por esas irracionalidades del patriotismo), la squadra azurra (porque algo tira la sangre aunque sea lejana) y el fútbol inglés (porque simplemente es el mejor del mundo).
Ayer tuve tarde familiar con televisor en el living para, post gnocchi y en compañía de dos de mis hermanos que nos visitaban, ver la gran final de la
Champions League en que se enfrentaban el
Chelsea y el
Manchester United (mi equipo de la liga inglesa, ahí elegí bien ah). Y qué decir... por algo son éstos tipos los que
inventaron el fútbol. Ellos sí que saben de qué se trata todo ésto. Simplemente una cátedra de cómo se juega el balonpié. Velocidad, técnica, sacrificio, sin lloriqueos, puro fútbol y un final no apto para cardiacos.
Finalmente se impuso el
Manchester United luego de un empate a un gol por lado hasta el término del alargue y una definición a penales simplemente infartante (
emol). Si alguien es de aquellos quien la sola idea del fútbol le repugna, le recomiendo a modo de terapia, ver un partido de la
Premier League o pille por ahí la final de esta Champions, porque ese es el fútbol de verdad, ningún otro, para que lo vayan sabiendo. - foto_
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