Ayer el programa
Contacto reporteó las condiciones en las que muchos temporeros y temporeras trabajan en el campo chileno.
Es cierto que el sistema de trabajo de los temporeros, por ser especial en cuanto a lo que se requiere de ellos, requería condiciones especiales de protección de sus derechos. Por lo mismo, el 2004 se aprobó una reforma al Código del Trabajo (ley 19.988 -
pdf), en la cual se consideran temas de horas extraordinarias y horas extra. Sin embargo, los temporeros están protegidos en sus derechos por las normas generales contenidas en la Ley. Norma que considera cosas de perogrullo como la presencia de baños, lugares aptos para almorzar, transporte digno e incluso agua potable.
De ahí lo escandaloso de las situaciones mostradas ayer, que no tienen por qué reflejar una generalidad, pero indican que desde pequeños agricultores prepotentes prefieren acumular multas de la
Inspección del Trabajo antes que mejorar las condiciones de sus trabajadores, y grandes productores niegan sus faltas a punta de recursos judiciales que finalmente son desechados, todo con tal de no dar a torcer la mano de las malas costumbres laborales con los cuales se llenan los bolsillos.
¿Qué falta? Más fiscalización, sí, pero como decía alguien por ahí, deberían haber alguna forma de saber quiénes son los productores que infrigen la Ley y cuáles son los productos que vemos perfectamente expuestos en las góndolas de los supermercados, que provienen de esos lugares donde se trabaja inhumanamente, quizás alguien estaría dispuesto a dejar de preferir un producto porque sabe que ese producto es fruto del abuso. Lo que falta es información y toma de conciencia. foto_
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