Qué se puede decir de lo que pasó el jueves 29 de marzo. Poco y nada que no se haya dicho. Evidentemente que la conmemoración del Día del Joven Combatiente nada ha tenido que ver en esto, sino como una excusa para avivar y calentar el ambiente.
No me sorprendió que los días anteriores, prácticamente todos los canales de televisión destinaran grandes espacios a los preparativos de la jornada violentista, exacerbando los ánimos, alarmando a la ciudadanía y colaborando en la verdadera paralización que sufrió Santiago el jueves pasado. A estas alturas no sorprende, pero indigna. Curioso era ver a Verónica Schmidt allanando un sitio eriazo donde encontró una pila de 200 neumáticos y hasta un sillón que sería parte del "arsenal" con que los antisociales se tomarían la ciudad. Para qué decir el show de los machetes y los bidones con líquidos encontrados en la Usach. Sumando y multiplicando, eran muchos los que querían que pasara lo que pasó el 29.
No me sorprendió tampoco la actitud de los padres de los cientos de niños que fueron detenidos por desórdenes públicos, tan o más pájaros que sus propios hijos. Sonrientes como si se tratara de un chiste o algo para contarle a los nietos. El Gobierno yerra al pedir responsabilidad a los padres, padres que seguramente harían lo mismo si tuvieran la edad de los hijos. O quizás no, porque a ellos seguramente aun les queda ese temor reverencial que se cosecha después de años de miedo y paz a punta de balloneta.
Ahora, es bastante plausible la teoría que estaría detrás de la actitud de Carabineros, que antes de salir a reprimir, se esforzó por concentrar a los protestantes en determinados puntos, evitando que se dispersaran por todo el centro, los mantuvo en constante actividad (llámese piedrazo o
molotovazo) y se mantuvo con una serenidad y estoicismo pocas veces visto. La hipótesis apunta a dejar que estas expresiones se manifiesten dentro de determinados límites que no acaben con la quema de la ciudad, pero dejarlos hacer lo que quieren. Destruir, patear, correr y gritar, casi como si se tratar de un ejercicio aeróbico que busca desahogar a un grupete de hiperventilados y disconformes que poco y nada tienen que hacer. El desahogo parcial evita acumulaciones de fuerza aun mayor. Actuar represivamente podría provocar aun más violencia en una próxima jornada de hechos del género (que vendrán... por ejemplo el 01 y 21 de mayo). Una teoría políticamente incorrecta, pero estratégica.
Lo de la jueza Chevesich y
la patada al Carabinero no tiene nombre. Eso sí me sorprendió y la verdad es que no me cabe explicación. Ninguna.
¿Qué hacer? Poco y nada. Quizás sea un abril tranquilo hasta que a mediados de de mes Chilevisión & Cia. comienzen a meternos cuco ante la proximidad de fechas que terminan transformándose en excusa perfecta para salir a la calle a botar el exceso de energía. No, los medios no son los responsables de lo que pasó. Sería absurdo pensar aquello, pero tampoco me compro la cantinela de que ellos se remiten a mostrar "la noticia" o "lo que sucede" (la discusión eterna). Dejémosle eso a youtube. El periodismo -en este caso- se ejerció de manera alarmista y poco profesional.
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