Puede que esté hilando demasiado fino, pero hoy fui al Banco Edwards a cambiar un cheque y me entretengo viendo un díptico sobre créditos de consumo. Una de las frases con que lo promocionan es la que ven en la foto del lado y la otra decía algo como "porque mis gustos no pueden esperar" o algo del género.
Tengo más que claro que la función de la publicidad no es educar a la gente y que éste tipo de avisos va destinado a una masa indeterminada de gente, donde cada uno es libre de elegir si realmente sus gustos no pueden esperar o por qué esperar si puedo tenerlo hoy. El mensaje es claramente mucho más atrevido que lo que estábamos acostumbrados hace algunos años. O quizás no era cosa de tiempo, sino de que alguien simplemente lo dijera.
Hoy muchos de mis amigos, profesionales con el cartón aun con olor a tinta, ya han recurrido a los préstamos de consumo. Incluso aun siendo estudiantes, la mayoría de los bancos te instan a utilizar las líneas de créditos y los préstamos pre aprobados para agrandar la tele o ponerle radio con MP3 al auto. De esta forma los chilenos y chilenas vamos entrando sin pudor al circuito del crédito, de la cuota, de la repactación, como si fuera una etapa más de la vida en la que todos caeremos de una manera u otra.
Si bien Chile tiene la mejor tasa pagadora de latinoamérica, también tiene uno de los índices más altos de endeudamiento. Se quiere lo que no se tiene y se quiere de inmediato. Quién podría juzgar a la banca y otras instituciones financieras por responder simplemente a la demanda de sus clientes. Parecería retrógrado poner la alerta, pero no deja de llamarme la atención el mensaje que llama al endeudamiento como si fuera algo normal, y sobre todo, al consumismo absolutamente caprichoso. Hay algo, una intuición, que me dice que la pieza es éticamente reprochable.
Hasta donde yo sabía, la frase originalmente famosa era "porque los pobres no pueden esperar", pero el
Banco Edwards le hizo un pequeño ajuste, acorde con los tiempos de hoy. Complejo tema.
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