El lunes, la Presidenta deberá develar el misterio y dar a conocer su voto para el representante latinoamericano para el
Consejo de Seguridad de la ONU. Guatemala,
Venezuela o abstenerse. Esas son las opciones. Y en Chile, como quizás en ningún otro país, el tema le quita el sueño a muchos políticos, porque digamoslo, al resto de los comunes, la cosa más o menos nos resbala... ¿o no?
El tema de discusión no es votar por
Guatemala, sino NO votar por Venezuela. ¿Por qué? porque hay a muchos a quienes la figura de Chávez los irrita a ya no poder más. La derecha obviamente no quiere tener nada que ver con un gobernador abiertamente izquierdista y amigo de Fidel Castro. Pero el discurso no ha sido ni siquiera ese. Hablan de la línea que debe seguir Chile en materia de relaciones exteriores (como si ellos supieran algo de diplomacia) y tratan de esgrimir argumentos de altura cuando en realidad les molesta como ají ahí mismito, que un tipo como Chávez ocupe un sillón en el mentado Consejo.
Lo cierto es que cada uno podrá tener la impresión que quiera de Chávez. Para unos, un payaso, para otros un imbécil, para otros un tipo consecuente, un dictador, un excéntrico, etc. Pero aquí lo que corresponde es analizar las consecuencias políticas de nuestro voto y de la integración del Consejo. Primero, se vota por un país, no por un gobierno. Se vota por ciertos intereses que comparten la nación que vota y la votada, y en ese sentido ¿cuál sería la idea de votar por Guatemala? Alguien sabe dónde está, quién es su presidente, cuál es su capital. Sabemos que Guatemala es un país dependiente políticamente de los EE.UU. y para qué decir de los
cuestionamientos que se ha hecho al país centroamericano sobre las reminiscencias de la dictadira entre los años 60 y 80. Hasta el día de hoy el país es un caos (sin la cobertura que sí se le da a Venezuela) y no pudiendo contener los conflictos internos, no entiendo cómo podría hacerse cargo competentemente de tareas internacionales. En resumidas cuentas, Guatemala no da ninguna garantía de independencia ni capacidad de llevar adelante lineamientos en materia de seguridad internacional.
Venezuela, por otra parte, no es una blanca paloma y el caracter de Chávez le ha hecho un flaco favor en sus aspiraciones, pero no es menos cierto que la presencia de Venezuela asegura un
equilibrio geográfico, político e ideológico dentro del Consejo (que es una de las condiciones que impone la Carta de la ONU al momento de que se elijan los representantes ante esa instancia).
Mi punto es, no dejarnos llevar tan fácilmente por por nuestras fobias personales que tienen que ver con la figura de
Chávez, aquí el tema es propiciar equilibrios internacionales tanto geográficos como ideológicos que por ahora se han mentinidos inclinados hacia el norte. La decisión no es fácil y dejará varios heridos se apoye a quien se apoye.
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