A esas alturas parece ingenuo pensar que
Eduardo Frei Montalva murió por causas naturales. Los antecedentes entregados por segundo capítulo y final del reportaje de
IE de ayer, han dado indicios bastante concluyentes de que todo se trataría de una acción consertada por los organismos de inteligencia del gobierno de Pinochet.
El que una institución tan prestigiosa como el
Hospital Clínico de la UC esté implicado en oscuras y sospechosas acciones me parece grave. Y las declaraciones de Moreira ayer en la noche en cuanto a que no saquemos conclusiones apresuradas en cuanto a las causas de la muerte del ex Presidente, me parecen francamente cobardos e imbéciles, dignas de Moreira.
Una vez más, la verdad se impone y nos da cuenta de las dimensiones a las que llegaba el terrorismo de estado que encabezó Pinochet. Difícilmente hay lugar para el perdón, y menos lo debe haber para el olvido. Y no se trata de reabrir heridas, se trata de ser concientes de que tenemos una cicatriz que nos acompañará siempre, y que hay ciertos personajes que hoy enarbolan banderas democráticas, pero que tienen las manos con sangre, porque apoyaron a brazo partido a un gobierno que hacía desaparecer, torturaba y mataba, a desconocidos y a personajes políticamente relevantes. Puede que ellos no lo supieran, pero debieron saberlo. Chile lo intuía y hoy lo tenemos claro.