Ok. Estamos de acuerdo en que la medida de Argentina respecto al precio de la bencina es de mala estofa. Poco diplomática. Que tiende a tensionar más que a converger. Pero punto. Es una medida soberana y los países velan por sus intereses ante todo. (No dejo de preguntarme qué pasaría en Chile si un día alguno de nuestros recursos naturales estuviera en serio riesgo productivo, perjudicando nuestras exportaciones, pero sobre todo, el consumo interno, y la autoridad de turno dijera que hay que respetar los convenios y contratos internacionales. Seguramente, es autoridad sería acusada de antipatriota y la oposición se sobaría las manos). Allá pasó algo parecido. Con la carne, con el gas, ahora la bencina. Golpe bajo, sí, pero sólo eso.
Lo que más me revienta es ver en TV a ciertos personajillos calienta-asientos, pidiendo pantalones y golpes en la mesa como si esto se tratara de una partida de poker. Que retiren al embajador y no tardarán en llamar al boicot de productos (eso pasó ya en el 98... ¿se acuerdan?). Que vengan a dar clases de relaciones exteriores, los que no saben cómo llevarlas, porque a ellos no los recibían ni en Filipinas (marzo de 1980), me parece insólito. Más encima dando ultimatums al gobierno, y si no qué, ¿qué van a hacer?
La actitud de Argentina me parece lamentable, creo que hay otras soluciones para evitar el contrabando de combustible que efectivamente estaban haciendo algunos chilenos, pero querer poner la pistola arriba en la mesa como tenía costumbre una autoridad chilena, me parece de gorilas. Para Argentina y Chile el dicho vale: Todos tenemos las autoridades que nos merecemos.
Foto. Mía (agosto de 2002)