REVELACIONES CHÚCARAS

El papelón que sufrió -una vez más- nuestra clase política a propósito del intento de nombramiento al Ministro de la Corte de Apelaciones Alfredo Pfeiffer, hace que cada día lo impresentable se haga común y -peor aun- normal.

Aquel añejo slogan de la democracia de los acuerdos fue tomada de manera literal por algunos ingenuos del Gobierno y otros pasados de listos de la derecha. Un procedimiento que se modificó hace no mucho, con la idea de hacer más transparente el proceso de nombramiento de jueces, dio paso a arreglines que tienen haciendo muecas y frunciendo el ceño a parlamentarios, autoridades del ejecutivo y miembros del Poder Judicial.

Los habitantes del palacio de calle Compañía alegan que el proceso se ha "politizado", término con el que normalmente se intenta tratar peyorativamente a algo, cuando lo que parecía más arreglado que mesa de cumpleaños, se hace público y pretende transparentarse mediante la simple práctica de que cada uno haga lo que tiene que hacer. En este caso, hacer público el poco mérito que ostentaba el candidato al cargo. La derecha, por parte, hace pucheros, acusa al Gobierno de no cumplir la palabra empeñada y amenaza con lo pensarán dos veces antes de volver darles el voto para algo (cooperativa). Frei informa que no ha firmado ningún acuerdo, obvio, éste era de aquellos que no se firman porque no puede quedar vestigio de tamaña cosa. Y el Gobierno hizo el show del año proponiendo quizás al peor de los candidatos al máximo tribunal de la República (un botón), todo para darle en el gustito a una derecha a la que aun necesita para que el país marche más o menos hacia algún lado.

Como ya es tradición, Carlos Peña se mandó ayer de aquellas buenas columnas acerca del tema (elmerculo). Por su parte, Fernando Paulsen en Tolerancia Cero se mandó también flor de opinión acerca del impasse y de la reacción de los jueces (video).

El hecho adolece de tantos defectos en su forma y fondo, que todo resulta burdo. La cara del Ministro de Justicia el día de la votación lo decía todo. Él sabía que se estaba cometiendo un error, de esos errores frente a los que están acostumbrados a bajar el moño y cerrar los ojos esperando que no quede tan la crema (como cuando inauguran nuevos sistemas de transporte). Un papelón por donde se le mire, pero que ha dejó a la vista y paciencia de los chilenos a quienes le interesan las cosas en general, de cómo se ha hecho y se sigue haciendo la política en Chile. Ya lo dijo Moreira una vez... (ojo, sólo suscribo sus últimas siete palabras - video)

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