Según la prensa, el mejor chiste deportivo del fin de semana fue la visita de los míticos
Harlem Globetrotters. No estoy de acuerdo. El mejor chiste deportivo fue el que comenzó la noche del sábado cuando la selección de fútbol nacional se midió con su par costarricense y que, me entero, terminó con una
derrota para La Roja por 2-0.
El chiste es que, de cara a la
Copa America en Venezuela y seguramente en el contexto de esos existenciales "procesos" que tienen en la mira
el próximo Mundial de fútbol, mientras la selección argentina jugaba con Suiza, Brasil lo hacía con Inglaterra, Venezuela con Canadá, Paraguay con Austria y Uruguay con Australia, nosotros nos preparamos jugando con medio caribe, países que en varios casos descubrieron el fútbol hace unos años cuando vieron el mundial del año pasado.
Cuba,
Haití,
Jamaica y
Costa Rica, grandes potencias futboleras que seguramente nos servirán para ponernos a prueba y llegar en buena forma física y técnica a los partidos en serio que vamos a tener en unos días más.
Sé que no soy el más competente para hablar de fútbol profesional, sobre todo del chileno, pero francamente encuentro impresentable que la dirigencia ande por las europas gestionando campeonatos, en vez de lograr agendar un partido menos mula que los que la selección ha jugado en las últimas semanas.
Lo peor de todo es que más encima le fue mal a la selección. Mientras muchos se hacen ilusiones porque existen excepciones llamadas Fernández, Suazos y Valdivias, la imagen que yo tengo del fútbol nacional la relaciono más con los dos clubes más populares del país quebrados, estadios que con suerte sirven para jugar pichangas de barrio, jugadores que van más a las discoteques que a las concentraciones, grandes autos, grandes egos, técnicas mediocres y estado físico para la historia.
Habrá que irse preparando para un nuevo papelón, de esos que hacen cuestionarse a toda la institucionalidad del fútbol nacional, pero que terminan por transformarse en cortinas de humo para que finalmente auspiciadores y dirigentes sigan lucrando con la ilusión y la necesidad imperiosa de la gente de obtener logros y reconocimiento. Un verdadero show, un buenísimo chiste.
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